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La grúa común

Foto: Las Casillas, © AP
Foto: San José , © AP
Foto: Las Negras, © AP
Foto: La Almadrava, © AP
Fotos: San Miguel de Cabo de Gata, © AP

Existe una especie de ave carroñera en el Parque que, no estando en peligro de extinción, hasta el momento, no ha suscitado interés alguno entre los estudiosos de la naturaleza. Esta especie tiene por costumbre anidar en los alrededores de los núcleos urbanos, en parcelas con intereses urbanísticos o en solares vacíos en el interior de los pueblos. Nidifica durante unos catorce meses, tiempo en el que se la puede ver siempre posada sobre el mismo lugar mientras levanta y ordena pilas de material con el que construye su habitáculo; al cabo de este tiempo, (que puede ser mayor o menor dependiendo de la urgencia en la venta de la promoción o de la legalidad de la licencia) cambia de ubicación dejando, inevitablemente, un residuo en forma de promoción de dúplex, urbanización de chalets o bloque de apartamentos.

Podemos verla en distintos rincones del Parque ya que, aunque su presencia está en teoría perfectamente regulada por la normativa, tiene una facilidad extrema para aparecer en los lugares más inapropiados; sobre todo habida cuenta de que pertenece a ese tipo de especies asoladoras del terreno que impiden, tras su paso, el restablecimiento del ecosistema previo, no permitiendo en este caso ningún crecimiento posterior más allá de las plantas de jardín o las cucarachas.
Se trata de un estilizado pájaro de metal, de unos 20 metros de altura y 30 de envergadura, aunque su tamaño varía de forma proporcional a la construcción que lleva a cabo, de carácter diurno y silencioso, a su alrededor multitud de especies parásitas y dependientes despliegan una actividad inusitada con el único fin de terminar cuanto antes la obra.

Nos referimos, por supuesto, a la Grúa Común; Grúa Grúa en su nomenclatura científica.

La población de esta especie en el Parque goza de tan buena salud que podemos encontrarlas acechando a la vuelta de cualquier recodo del camino, recordando con su presencia que, a pesar de las normas, de las restricciones y de la protección, la construcción en el interior del Parque es un hecho presente, continuo y, mucho nos tememos, casi imparable.

Se yerguen contra el horizonte como buitres posados sobre los pueblos, devorando las entrañas de la tierra para construir sus nidos de hormigón y ladrillo. Dejando la dureza de las esquinas encaladas donde antes había sólo naturaleza. Sirven de avanzadilla al asfalto, a los adoquines, a la construcción, y sabemos ya por experiencia que cuando una se posa en las afueras de un pueblo, toda la extensión comprendida entre el éste y la grúa quedará, tarde o temprano, colmatada por edificaciones.

En un ejercicio con cierto carácter lúdico y un gran componente masoquista, hemos hecho recuento de la población de grúas en el interior del Parque, el resultado:

7 ejemplares en San José, concentrados en tres puntos: a la entrada en las dos macrourbanizaciones que están colonizando la rambla del Río, lejos ya de la costa, penetrando en el terreno; en las lomas de subida a la pista de Genoveses y Mónsul, cada año se construye una calle más arriba, con duplex a ambos lados, hasta lo más alto de la colina y en la zona de la trasera del puerto, también en la pendiente de la montaña.

1 ejemplar en Las Casillas, unos 200 m. tras el final de La Boca de Los Failes en la salida hacia San José, nos preocupa este emplazamiento, ya que conocemos esa estrategia por haber sido utilizada en Las Negras, primero se construye el tramo más alejado de la población y luego se rellena hasta ella utilizando estas primeras edificaciones como excusa y referencia.

1 ejemplar en Las Presillas, el primero en la historia según nuestro conocimiento en esta aldea.

8 ejemplares en Las Negras, cinco en el centro del pueblo, cada una dedicada a una obra de mayor envergadura que la anterior: viviendas unifamiliares, apartamentos y hasta un centro comercial (él solito merecería un artículo sobre el arte de lo inservible) y otras tres grúas en la trasera del pueblo, a los pies del Cerro de las Estorvillas, dos de ellas en la construcción de “14 Chalets de lujo” (sic) y la tercera en una unifamiliar.

2 ejemplares en San Miguel Cabo de Gata. Aquí veremos alguna más en próximas fechas.

1 ejemplar en la Almadraba de Monteleva, en el centro del pueblo. Esperamos no llegar a ver más

En estos momentos ni La Isleta ni Rodalquilar ni Agua Amarga cuentan con la presencia de estos monstruos, imaginamos que agotados por el esfuerzo constructor del año pasado en los dos primeros emplazamientos y tomando fuerzas para lo que se avecina en el tercero…

Todas las grúas que mencionamos se encontraban instaladas en sus respectivas ubicaciones la primera semana de Junio de 2007… y seguro que nos dejamos alguna.

Amigos del Parque

Foto: Las Negras, © AP