Natalia confiesa haber sentido desde pequeña fascinación por las piedras. “Siempre busco su significado y procedencia. Cuando las tengo en mis manos noto la fuerza que proyectan. Y, al contemplarlas, de inmediato pienso en cómo podría montarlas para que no pierdan su esencia y puedan convertirse en un complemento para el hombre o la mujer”.

Habitante accidental de Aguamarga, donde pasa los veranos desde los catorce años, en 2007 se topó con una colección de piedras semipreciosas expuestas en Los Malenos. “Compré muchas y cuando le comenté a Aurora, la dueña, que estaba pensando crear joyas con ellas, se ofreció para exponerlas”. “Me encantan todos los materiales, por ejemplo, los granates del volcán cercano a Níjar. Son una maravilla. Los encuentras en trocitos pequeños, en su estado natural, en bruto. Aunque en general el Parque es muy rico en minerales”. Natalia tiene razón. De hecho el Cabo de Gata recibió, probablemente, este nombre en el siglo XIV debido a la profusión de ágatas que aquí se encontraba y que, conocidas como “ágatas hispanas”, eran muy reclamadas por los sacerdotes egipcios para hacerse camafeos y otros ornamentos. La abundancia en turmalinas del Parque ha sido tal que hace treinta años aún era posible ver turquesas y laspislázulis rodando a la orilla de las playas, camuflados entre el verdiazul de las aguas. Y todavía hoy existen enclaves como el Hoyazo, en Níjar, donde, a poco que se pique, se encuentran amalgamados granates, cordierita, cuarzo hialino, mica negra entre otros minerales –otra cosa es que la expoliación esté prohibida–.

Esos granates color vino se han convertido, en las manos de la alquimista paciente que es Natalia, en talismanes capaces de transmitir la energía y mística luz de estas tierras a sus portadores.

Este verano no tendremos oportunidad de ver otra exposición suya pues se casa y su viaje de novios elegirá otro rumbo, que deseamos muy feliz. Pero probablemente el próximo año su imaginación creativa será incapaz de resistirse al influjo del Parque. “Lo cierto es que en cuanto llego a Aguamarga siento una paz difícil de explicar. El paisaje y su luz me inspiran un sinfín de ideas. Siempre vuelvo con millones de cuadernos llenos de dibujos. Y con fotos en las que se reflejan los matices cromáticos del paisaje. Luego intento conseguir esas mezclas en mis joyas”.

Por el momento si alguien desea contemplar las creaciones de esta diseñadora puede hacerlo en el taller en el que trabaja en Madrid, junto a su madre, también diseñadora y su hada madrina en esta aventura de la orfebrería.

Gloria Garrido

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