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Pescadores del Cabo: especie casi extinta

Como salta a la vista, en nuestra geografía aún existen pueblos capaces de provocar al turista cierto estado de trance. Quien conoce La Isleta del Moro no puede evitar ser seducido por esa panorámica ofrecida desde arriba: esa postal que anuncia al pueblo con el islote que le da su nombre, moteado de gaviotas y cormoranes que vuelan raso. El turista ve a hombres que salen a pescar, volcados en sacar de sus aguas de siempre el sustento diario. Piensa que ha descubierto algo de lo que se siente partícipe, algo de lo que él recibe una lección, porque estas artes de pesca, a quienes las observan, le hacen reflexionar; provocan al visitante intensas sacudidas existenciales. Digamos que asomarse a la intrahistoria de un pueblo tan llano como éste, hace que los turistas sientan esa llamada de la esencia que cada cual guarda en sí mismo. Pero fuera de esa impresión idílica que embriaga al turista, la realidad avista tintes más hostiles.

Subrayo, por ser testigo, que estos oriundos se sienten “engañados”. Sus aguas ya no les pertenecen, se las han repartido entre el Ministerio, Medio Ambiente y La Junta de Andalucía. Lo poco que les queda tienen que compartirlo con los centros de buceo, quienes llevan a los turistas a las zonas donde ellos faenan, ahuyentando al pescado. Ambos corren un grave peligro, pues los pescadores se ven obligados a navegar sin saber qué hay debajo.

Ni siquiera les han permitido construir un espigón o refugio para proteger sus embarcaciones. Ayer el fuerte viento se cobró una víctima: de mañana amanece varada en las rocas la barca de Manuel. Hoy, desde las 8 a las 12 del mediodía, entre los pescadores se ha devuelto la barca a la playa; ha quedado inservible. En toda la mañana a la autoridad “competente” no se le ha visto el pelo. Y ahora ¿quién corre con los gastos del desastre? Menos mal que estos pescadores se echan una mano para resolver sus problemas.

Foto: Los pescadores con la barca varada, © LGM
 

Y es que estos personajes no viven del cuento ni para el cuento, son reales, y lo más importante, son de aquí. Si tenemos en cuenta que estos oriundos mantienen viva la cultura de su pueblo, podríamos valorar hasta qué punto forman parte del ecosistema: el animal humano con sus artes de caza y de pesca como vestigio antropológico.

Un siglo atrás, estas gentes dormían con la conciencia tranquila. Las aguas estaban divididas entre españolas y marroquíes. Cada pueblo faenaba en las suyas. Según las artes de pesca que practicaban, recorrían una zona u otra del Cabo. Un tiempo lo pasaban trabajando en la Almadraba de Monteleva, otro en las canteras, o en la mina de oro de Rodalquilar. Desde la antigüedad, estos pueblos han llevado a la práctica un clarísimo ejemplo de este término que parece que lo hayamos inventado en el siglo XXI: “desarrollo sostenible”.

Creo de enorme importancia el desarrollo personal de esta gente de acuerdo con su entorno, como veo esencial que este enclave sea protegido con clara contundencia para todos. Pienso que estas personas tienen ciertos derechos sobre su discrepada tierra, y sin dañar apenas el ecosistema, podrían proliferar y seguir practicando sus costumbres sin tener que emigrar a los invernaderos del más allá.

Estos y otros asuntos, sin entrar en políticas, me parecen fundamentales para la pervivencia de la cultura cabogatiense. Proteger el ecosistema del Cabo de Gata es también proteger a esta importante fuente cultural que desde sus ancestros se ha ido sucediendo hasta llegar a lo que es hoy: lo mismo que era ayer, pero ilegítimos.

Desde que el Cabo de Gata es parque natural, a estas gentes se les ha dado de lado; nadie les agradece que este paraje sea ahora lo que es. No sólo eso, puede decirse que hasta desean arruinarlos. En homenaje a este pueblo escribo este artículo, con la intención de concienciar a las mentes que aún se sientan libres, porque hay muchos que hablan del Cabo como de algo idílico, pero nadie valora y menos agradece a estos lugareños haberlo preservado para el resto del mundo como siempre lo han hecho.

leonidasgmontoto@gmail.com