David Ranz Guimera
es uno de los artistas que viven y trabajan en nuestro
Parque. Pero David o Kabila, como le gusta firmar retomando
el apodo de su familia, no es un artista cualquiera.
Kabila es un pintor que pinta música, un guitarrista
que deja pinceladas en los aires flamencos, un filósofo
del arte, un artista cercano que se bebe la vida y la
derrocha con sus amigos.
Nacido en Francia,
descendiente de la familia Kabila, que ha dado grandes
artistas flamencos. Su primera exposición la
hizo en Mojácar, allá por 1971, después
ha expuesto en innumerables galerías de Francia
y España, incluso en Ecuador y Tahiti. En nuestro
Parque ha expuesto en Rodalquilar y el año pasado
en las Negras, donde vive desde hace cuatro años.
Su pintura, nacida
de las luces extraídas del negro de la tinta,
de brochazos espontáneos, gestuales, con genio,
influidos por técnicas orientales; ha ido evolucionando
a un arte más minucioso, donde la caligrafía
y los dorados se mezclan con los colores verdes, azules,
rojos y tierras del Mediterráneo, hasta conseguir
una estética que recuerda a nuestra tradición
árabe, una mirada a los antepasados musulmanes,
un reflejo del cercano Marruecos en el espejo de Europa.
En este artista pueden caber dos personas diferentes:
Kabila pinta y propone, el espectador interpreta, escucha
y siente frente a sus obras. En los ojos del que mira
su trabajo resuenan antiguas culturas, los rudimentos
de la escritura, lo hondo del flamenco y la fuerza de
la vida cotidiana, del amor a esta tierra y a su gente.
David toca la guitarra, vive, bebe, fuma y comparte
con su gente.
David Ranz dice
que es inquilino del Parque, igual que su admirado Diego
Carrasco decía que era inquilino del mundo. Quizás
por esa costumbre tan gitana de vivir muy cerca de la
naturaleza, sintiéndose parte de ella pero no
su propietario. Sabiendo que hoy vives aquí y
mañana puedes estar en otro lugar, sabiendo que
otros vendrán a heredar esta tierra que ocupamos
pero que nunca poseeremos por más que intentemos
convencernos con papeles y títulos de propiedad.
David reivindica
la conservación del Parque y disfruta la naturaleza,
pero también reivindica un sitio para la gente
que siempre ha vivido aquí, los nativos que han
visto cómo les caía encima un alud de
protecciones y denominaciones que nadie se ha preocupado
en explicarles, y bajo las que no les han incluido a
ellos pero sí a las tierras que habitan.
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