El dato es muy alarmante.
Durante el último año pasaron frente
a estas costas 775 buques de banderas de conveniencia.
Son barcos matriculados en países como
Bahamas, Panamá o San Vicente, cuyos gobiernos
no imponen ningún tipo de control a las
condiciones de mantenimiento y a las cargas que
transportan estos buques. La mitad de estos barcos
transportan materiales peligrosos que, en caso
de avería, pueden contaminar nuestro mar
y nuestras costas.
Todos estamos cansados
de ver que, cuando nos acercamos a alguna playa,
en más de una ocasión se nos quedan
pegadas, en la planta de los pies si andamos descalzos
o en otras partes de nuestro cuerpo si se nos
ocurre bañarnos y tumbarnos en la arena,
las temidas manchas negras de alquitrán
o petróleo, que los gallegos han puesto
de moda con la palabra chapapote,
pero que en Andalucía conocemos como galipote.
Las corrientes marinas de Poniente y Levante que
azotan constantemente esta costa hacen una labor
extraordinaria para luchar contra esta contaminación.
Los gobiernos central y
autonómico mantuvieron hace unos años
un enfrentamiento sobre el dominio de esta franja
costera. Al final, la Consejería de Medio
Ambiente es la responsable de vigilar las playas
y acantilados, y los Ministerios de Medio Ambiente
y de Agricultura y Pesca los que deben controlar
las aguas que bañan este espacio natural.
El peligro es constante. Muchos de estos barcos
se aprovisionan de combustibles derivados del
petróleo en el puerto vecino de Cartagena,
en la comunidad autónoma murciana.
Este verano la Asociación
de Amigos del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar
ha aplaudido la aparición de un barco de
color blanco, perteneciente al ministerio de Agricultura
y Pesca, y con matrícula de Vigo, que ha
estado navegando por nuestras costas. Cuentan
los marineros que han conseguido hablar con su
tripulación que es el buque que se encargará
de acabar con la pesca ilegal en la futura reserva
natural de la Isla de Alborán, y mientras
esto ocurre ha estado en Cabo de Gata realizando
algunos ejercicios. También hemos visto
que se amarraba al puerto de San José una
zodiac que llevaba la enseña del Ministerio
de Medio Ambiente. Pero a pesar de ser puesta
en el agua a principios del verano del 2002, la
embarcación no ha surcado las cristalinas
aguas desde Almería hasta Carboneras.
A raíz del hundimiento
en enero de una gabarra cargada de petróleo
en la bahía de Algeciras, nos hemos enterado
de que la Junta de Andalucía dispone de
un dispositivo que vigila los vertidos. Se denomina
Plan Territorial de Contingencia de Vertidos Marinos,
cuyo objetivo es coordinar respuestas y medios
en caso de catástrofe. El proyecto se basa
en el principio de que un barco en dificultades
debe ser refugiado en algún puerto para
que el vertido se combata mejor y contempla además
la elaboración de un catálogo de
las zonas más vulnerables de Andalucía.
Entre las que se encuentra este parque natural,
el primero de la geografía nacional que
fue declarado marítimo-terrestre.
Esperemos que nunca tengamos
que presenciar en Cabo de Gata una imagen como
la del Prestige, y que se adopten
las medidas necesarias para que sus habitantes,
sus visitantes, no tengan que soportar el desagradable
encuentro de esas pegajosas manchas negras, para
que no tengamos que vivir con el corazón
encogido cuando avistamos un buque cruzando muy
cerca del cabo, temiendo por un vertido incontrolado
de hidrocarburo u otras sustancias tóxicas.
Antonio Hermosa
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