Editorial

Presión excesiva sobre Cabo de Gata

El Parque Natural se mueve. Es un lugar que genera riqueza, a pesar de los malos augurios de quienes, el día de su creación —el 23 de diciembre de 1987—, afirmaron que esta declaración acabaría con la prosperidad de los habitantes de la zona.
Las Administraciones apoyan todas las iniciativas que aumenten la actividad económica, pero no pueden equivocarse: Cabo de Gata-Níjar es un espacio natural protegido que tiene sus limitaciones. La principal de ellas es la conservación de su flora y su fauna, junto con la protección de sus 26.000 hectáreas terrestres y su franja costera de 63 kilómetros, que alberga acantilados y fondos marinos catalogados entre los de mayor calidad del litoral mediterráneo español.

Foto: Coches en La Fabriquilla © JMJH

Las cifras son elocuentes para el primer espacio protegido marítimo-terrestre de Andalucía. Durante este periodo estival, la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente ha puesto en marcha diversas medidas para garantizar que el incremento del uso público no ponga en riesgo los valores naturales de la franja mejor conservada del litoral mediterráneo. Este verano, el servicio integral de control de accesos, ordenación del tráfico, mantenimiento del ecosistema e información ambiental de las playas de Genoveses, Mónsul, Barronal, Media Luna y Cala Carbón ha registrado una afluencia de 50.000 vehículos llenos de visitantes que acudieron a disfrutar del buen tiempo y de las aguas cristalinas de un entorno único. Ese sistema se ha extendido también a otros puntos de la costa de Níjar, como el Playazo de Rodalquilar, y a Carboneras, en la Playa de los Muertos. Pero solo en el primero de los enclaves, donde existe la única barrera física de entrada —con capacidad para 399 automóviles—, se han recogido más de 22.000 toneladas de residuos durante el verano.
Cabe preguntarse si no sería necesario aumentar el nivel de vigilancia y control en todo el frente litoral. Como ocurre en otros parques naturales, sería conveniente ofrecer a los visitantes información clara sobre lo que pueden y no deben hacer dentro de este espacio declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO: instalar más carteles, repartir bolsas de basura informativas, limitar los accesos a las zonas más frágiles e impedir la circulación de vehículos a alta velocidad, que levanta polvo y asfixia la escasa vegetación árida del sureste peninsular.
Al mismo tiempo, siguen proliferando proyectos urbanísticos en núcleos que ya no admiten más ocupación. Estos lugares comienzan a sentir una presión creciente por la llegada de personas que, en muchos casos, desconocen el valor del espacio que pisan y visitan. Los elevados precios de los alquileres y de la hostelería han provocado una reducción notable en las reservas, señal de un modelo turístico que empieza a tensarse.
No queremos ser aguafiestas, pero llevamos años advirtiendo que Cabo de Gata está en el filo de la navaja. Si no se actúa con sensatez, podríamos perder la gallina de los huevos de oro: la naturaleza que le da sentido, vida y futuro.

Antonio Hermosa
Vicepresidente de la Asociación Amigos del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar

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