Cartas y opiniones

Esta revista pretende ser un medio de expresión abierto y plural, por lo que la Asociación y la redacción no se identifican necesariamente con las opiniones de las cartas y/o colaboraciones esporádicas que se publican en estas páginas.

Un Parque Natural arado

Estimados Amigos del Parque,
Quiero compartir con vosotros una observación que me parece preocupante.
Durante la mayor parte del año, podemos ver muchas hectáreas del Parque Natural desprovistas de su cobertura vegetal natural: aradas y sin vegetación.
El terreno se ara en septiembre u octubre y permanece sin vegetación unos siete meses al año, un mes verde (si hay suerte y llueve bastante en primavera, en abril) y aproximadamente cuatro meses con hierba seca (mayo, junio, julio y agosto).
Podéis observarlo en los terrenos que rodean los núcleos urbanos de San José y Pozo de los Frailes, extendiéndose de forma preocupante por Genoveses y llegando hasta Mónsul. No es exclusivo de esta zona del Parque, pero constituye un buen ejemplo, ya que aquí se concentran muchas hectáreas aradas.
Algunas personas han “normalizado” el arado y su paisaje, porque es algo que se ha hecho desde antaño. Antiguamente se plantaba cereal para alimentación; ahora no se recoge el cereal, y en gran medida se mantiene para percibir los fondos FEADER, en concepto de mantenimiento de pastos verdes, un eufemismo, ya que el terreno estará verde, como mucho, un mes al año.

Foto: Arados en El Playazo © MA

Los propietarios reciben fondos bajo epígrafes como medida agroambiental y climática y prácticas agrícolas beneficiosas para el medio ambiente, cuando en realidad se está impulsando la desertificación. En lugar de luchar contra el cambio climático, se está contribuyendo al mismo en una región que ya está sufriéndolo.
Si se planta cereal pero no se siega para su uso, y el rebaño de cabras que pasta por la zona prefiere las zonas altas con vegetación natural (que conservan mayor densidad de plantas todo el año), ni siquiera desde el punto de vista económico, estaría justificada esta práctica, que además deteriora el suelo y tiene un impacto negativo sobre otros aspectos medioambientales.
Cuando, debido al arado, se elimina la vegetación natural y se remueve el suelo (rompiendo el perfil edáfico), el viento levanta fácilmente las partículas más finas, que son arrastradas, incrementando su capacidad erosiva y empeorando la calidad del aire que respiramos (las partículas finas pueden llegar hasta los alvéolos pulmonares). Con el tiempo, se observa en la superficie un aumento de fragmentos de roca -lo que el viento no puede arrastrar- y un empobrecimiento del suelo, por la menor acumulación de restos orgánicos que permitirían desarrollar el humus.
Cuando hay lluvias torrenciales, el terreno sin vegetación queda más expuesto a la erosión por escorrentía; el agua arrastra las partículas finas aumentando su capacidad erosiva, lo que puede dañar seriamente los senderos peatonales y ciclables. Esto es especialmente grave en las zonas de ladera, con algo de pendiente.

Foto: ​Arados en El Playazo © MA

Foto: Arados en El Playazo © MA

Por otra parte, la vegetación ayuda a retener el agua y facilita su absorción e incorporación a los acuíferos, algo fundamental para las plantas y animales locales. El arado en estas tierras deja el terreno sin vegetación desde el otoño (octubre/noviembre), hasta abril (cuando brotan nuevas plantas, si ha llovido abundantemente en marzo).
El arado destruye madrigueras y obliga a muchos animales a desplazarse de sus hábitats naturales.
En esta latitud, el clima es árido (muchas horas de fuerte insolación y pocas lluvias, pero generalmente torrenciales). A esto se suman fuertes vientos, a menudo muy secos. En este clima, el efecto nocivo del arado es mucho mayor que en otras zonas, contribuyendo decisivamente a la desertificación.
Me pregunto por qué se permite arar tantas hectáreas en una zona que debería estar protegida medioambientalmente, y no se destinan fondos y esfuerzos a reforestar con especies autóctonas, que podrían frenar la erosión, aumentar la capacidad de retención de CO2 y permitir a los animales vivir en paz en sus hábitats.
Un cordial saludo,

Carolina Jiménez
Licenciada en Ciencias Geológicas por la UCM y Máster en Medio Ambiente por la UPM

P.D.: El Parque Natural Cabo de Gata pertenece al territorio incluido en Natura 2000 y el arado no debería estar permitido.

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