Cartas y opiniones
Esta revista pretende ser un medio de expresión abierto y plural, por lo que la Asociación y la redacción no se identifican necesariamente con las opiniones de las cartas y/o colaboraciones esporádicas que se publican en estas páginas.
El chorrico de agua
Siempre me ha gustado abrir el grifo del lavabo del todo, da sensación de abundancia, de plenitud, de alegría… pero me regañaron porque salpicaba y me acostumbré a utilizarlo a medias, y descubrí que lavaba lo mismo y aún sobraba agua que se iba por el desagüe a nutrir inútilmente el alcantarillado.
Foto: Grifo con aireador © Pezibear. Pixabay.com
Cuando llegó la pertinaz sequía reduje aún más la abertura hasta un chorrico, y la limpieza es la misma, solo que le regalo menos agua a la alcantarilla. Mientras me lavaba los dientes, las manos o algún objeto, dejaba el agua correr porque es una lata estar abriendo y cerrando el grifo a cada momento, sobre todo cuando se tienen las manos enjabonadas, pero cuando llegaron los monomandos, me di cuenta de lo fácil que es abrir y cerrar los grifos con el codo o el antebrazo; ahora cierro el grifo mientras me enjabono las manos o me lavo los dientes. Y no enjuago los platos antes de meterlos en el lavavajillas. Y en la ferretería me he comprado unos cacharricos que se llaman aireadores y se ponen a los grifos para que parezcan que echan más agua echando menos.
Al ducharme, mientras llega el agua caliente, me frotaba con el chorro de agua fresquita las piernas, que refrescar los gemelos es un gusto: descansa las piernas, quita la sensación de pesadez y previene las varices; ahora tengo cerca un cubo donde vierto el agua hasta que llega la caliente y con él me ahorro alguna descarga de la cisterna.
Quité la manguera de mi jardín y ahora tengo una regadera y goteo; riego de noche para que no se evapore ni una gótica de agua y cuando llueve, pongo cubos en las bajantes de los canalones, con esa agua riego luego o vuelvo a ahorrarme algunas descargas de cisterna.
Foto: Reproducción recibo de agua © G
Tras algún tiempo de practicar estas costumbres, y algunas más, he notado unos cuantos litros menos en cada recibo, pero no tanto en euros, que en los recibos el máximo gasto es en los conceptos fijos, lo que en las localidades de nuestro Parque es un testarazo por eso de lo que llaman externalización, que no es más que la privatización de los servicios públicos o, lo que es lo mismo, que las necesidades básicas de todos los ciudadanos sirvan de lucro para algunos pocos.
Si en los recibos del agua el consumo tuviera más peso en detrimento de los gastos fijos, mucha gente ahorraría agua por ahorrar dinero.
Gwangi