Patrimonio cultural en la Lista Roja de Hispania Nostra
El creciente interés por el legado material cultural que constatan asociaciones, expertos y administraciones, hace que cada vez sean más los seguidores del patrimonio cultural. La clave es que, paulatinamente, este ha dejado de ser únicamente abordado desde un punto de vista artístico e histórico para considerar su valor antropológico y social. Es decir que una torre o un cortijo no son únicamente importantes por el tipo de construcción o porque una fuera la cárcel del Cabo de Gata o porque el otro forme parte del imaginario poético de Federico García Lorca, sino porque ambos nos hablan de quiénes fuimos, de quiénes somos y de quiénes podemos llegar a ser. Es una conexión con el pasado, que nos conecta con el presente y podemos proyectarlo hacia el futuro.
La Torre de los Alumbres
“La Torre de los Alumbres se hunde poco a poco sin que nadie tome medidas para su reparación. Destaca su base notablemente socavada”. Hispania Nostra, asociación en defensa del patrimonio integrada en una red internacional, describe así a esta torre incluida en su Lista Roja de Patrimonio creada en 2007, es decir, en el inventario que recoge más de 850 inmuebles españoles que están a punto de desaparecer para siempre. “El patrimonio es el testigo material de lo que somos como pueblo, de lo que somos como sociedad. Y su estado actual también lo refleja”, asegura Víctor Antona, miembro del comité científico de la asociación. Y sobre la Lista Roja añade: “Es el instrumento para fomentar la participación de la sociedad en la defensa de ese patrimonio”.
Esta torre, declarada en 1985 Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento, disfruta desde 1993 del reconocimiento especial que la Junta de Andalucía otorgó a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía. En octubre de 2013 la Consejería de Educación, Cultura y Deporte obligó a redactar un proyecto de conservación al Ayuntamiento de Níjar, quien procedió al vallado perimetral de la torre de los Alumbres de Rodalquilar, si bien hasta la fecha no se ha ejecutado ninguna acción de consolidación o restauración.
La Torre de los Alumbres, también conocida como Castillo de la Ermita o Castillo de Rodalquilar, fue levantada en 1509 para la defensa de la mina de alumbres de Rodalquilar ante los ataques de piratas berberiscos. Junto con ella se había construido otra, hecha de tapial, que desapareció en el siglo XVIII. La torre fue abandonada en 1555. Hacia 1590, además de seguir apoyando la vigilancia de la costa ante los ataques de magrebíes y turcos, se convirtió en la cárcel de Cabo de Gata. Debido a su estado ruinoso, en 1755 se realizaron obras de reparación. Y en 1768, a causa de la distancia de un kilómetro que la separaba de la costa y a la construcción del castillo de San Ramón, fue abandonada de nuevo. A mediados del siglo XIX sirvió como alojamiento para los torreros destinados en la vecina torre del Cerro del Lobo. Después, por su abandono y falta de conservación, ha llegado a nuestros días en el estado ruinoso que conocemos.
Foto: La Torre de los Alumbres se hunde poco a poco © JMJ
El Cortijo del Fraile
“Arruinándose por completo abandono. Queda en pie la capilla, parte de la fachada perimetral y muros de las dependencias”. Esta es la situación que nos presenta Hispania Nostra del Cortijo del Fraile, una edificación que representa una tipología popular en extinción y que, a la vez, es un lugar de alto contenido simbólico para nuestro imaginario poético de Federico García Lorca, quien reflejó con maestría las costumbres ancestrales del pueblo andaluz.
El Cortijo del Fraile fue declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Sitio Histórico, el 23 de marzo de 2010. Consiste en una construcción típica de las grandes explotaciones agrícolas y ganaderas de Andalucía, formada por varias dependencias de una sola planta dispuestas alrededor de un patio central. Construido en el siglo XVIII por los frailes dominicos de Almería, cuenta con una capilla, un campanario, una cripta funeraria con 12 nichos, hornos, cuadras, cochineras y un aljibe. También se lo conocía como el Cortijo del Hornillo porque tenía un gran horno de pan en el patio central. A consecuencia de las leyes de desamortización de las propiedades de las órdenes religiosas, en 1836 fue incautado por el Estado y posteriormente subastado, por lo que quedó en manos privadas.
En 2014, su último propietario anunció la “cesión o permuta” de parte de los terrenos y en diciembre de 2015 inicia obras de consolidación encaminadas a la conservación de la estructura del campanario, así como de la estructura exterior de la capilla, sin que se haya reformado el interior de la edificación. Entre octubre de 2016 y marzo de 2017 se realizan obras de consolidación del edificio, derivadas del proyecto general de conservación, en las que se procedió al desmontado de los forjados de cubierta derrumbados total o parcialmente y de los tramos de muros interiores con peligro de colapso, así como a la recomposición de tramos de las fábricas de mampostería derrumbadas de las fachadas exteriores del conjunto. A día de hoy, las obras están paralizadas.
Foto: El Cortijo del Fraile está arruinándose por completo abandono.© JG
Las tres listas
Figurar en la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra supone un toque de atención para la Administración competente. Se pueden necesitar años para salir de ella y entrar por la puerta grande en la Lista Verde, que agrupa a los que se han salvado y que está formada por un 15% del total de los registrados. Actualmente hay 875 registros en la Roja, 177 en la Verde y nueve en la Lista Negra, que incluye todos los bienes que han sido retirados de la Roja por haber desaparecido o haberse alterado de manera irreversible.
Las críticas vertidas por parte de las Administraciones acusando a la Lista Roja de falta de rigor y de ser un batiburrillo en el que se reúnen construcciones emblemáticas con piezas sin valor no impiden que este registro constituya un tremendo altavoz para los particulares que, solos o en asociaciones, han ido señalando cada una de esas piezas y resistiéndose a dejarlas desaparecer. Estos vestigios del pasado dispersos por el territorio hablan de su identidad y de su memoria, pero también de su futuro, de ese turismo cultural que todos consideran un motor económico y como antídoto contra la despoblación. Según el profesor de la Universidad de Uppsala, Suecia, Christer Gustafsson, experto en conservación que ha participado en grupos de trabajo de Naciones Unidas y de la Comisión Europea, esa forma actual de ver el patrimonio tiene que ver “con el sentimiento de pertenencia, de comunidad, con la cohesión social”, pero también con “el desarrollo sostenible, es decir, con cuidar los recursos existentes, no destruirlos, no malgastarlos”.
Sira Laguna
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¿Quién puede denunciar?
Cualquier persona, grupo de personas, o asociación.
¿Qué denunciar?
Bienes culturales que se encuentran en grave riesgo de desaparición o de pérdida de su integridad o de sus valores patrimoniales.
¿Cómo denunciar?
Cumplimentando la ficha en:
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¿Dónde contactar?
E-mail de contacto:
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