La convalecencia de las Salinas de Cabo de Gata
Imagínense ustedes que su atleta favorito sufre un accidente y se fractura una pierna. Tras permanecer seis meses escayolado, sin poder entrenar, por fin le quitan la escayola y vuelve a caminar. La noticia bomba es que a los tres meses de dejar la escayola, este atleta bate los récords de los últimos 14 años. Sorprendente, ¿no? Pues algo así es lo que están proclamando, de forma triunfalista, diferentes medios de comunicación y también los responsables de las administraciones, tanto la autonómica como la local, al afirmar que el pasado mes de abril de 2023 “ha sido el mejor mes de abril en los últimos 14 años en cuanto a población de aves en las Salinas de Cabo de Gata, contabilizándose 2200 ejemplares”.
Personalmente, leer algo así me produce tristeza e indignación. Adoro este lugar, llevo viniendo a él con regularidad desde mi infancia. Acompañaba a mi padre cuando venía a coger caramoño para pescar (así llamamos aquí a un camarón del género Palaemonetes). Para mí era la oportunidad de vivir las imágenes que reproducía en sus documentales Félix Rodríguez de la Fuente, o las que veía en las revistas de Adena (por entonces, la revista de WWF). En aquellos tiempos, no estaba vallado el perímetro y se podía acceder sin problema. Celebré cuando se intensificaron las medidas de protección y se impidió el acceso ¡Bien! Hay que cuidar de este tesoro. Por entonces, la población de flamencos era notablemente mayor que la de las últimas décadas. Lamentablemente, el flamenco ha pasado a formar parte de las especies “casi amenazadas”, tal y como refleja el Libro Rojo de las Aves de España (SEO/BirdLife, 2021).
Foto: Imagen del 29 de abril de 2023 tomada desde el observatorio de aves próximo a la iglesia de las Salinas. En ambos lados del dique se congregaban habitualmente flamencos y otras limícolas, especialmente al llegar el ocaso. En la imagen no se aprecian aves de ningún tipo. © Pedro Femia
Foto: Imagen del 29 de abril de 2023 orientada hacia las charcas de evaporación (dirección noroeste) tomada desde el observatorio de aves próximo a la iglesia de las Salinas. Esta era una zona donde se habitualmente se podían ver los grupos de flamencos. En la imagen no se aprecian aves de ningún tipo. © Pedro Femia
Foto: Imagen del 29 de abril de 2023 tomada desde el observatorio de aves próximo a la iglesia de las Salinas. En esta zona se solían agrupar flamencos y otras limícolas, sobre todo en las islas centrales y en especial al llegar el ocaso. En la imagen no se aprecian aves de ningún tipo. © Pedro Femia
Pero volvamos a la citada noticia. Me gustaría argumentar a sus dos proposiciones: que “ha sido el mejor mes de abril en 14 años” y que “se han contabilizado 2200 ejemplares”. Si me lo permiten, empezaré por la segunda.
El flamenco rosa (Phoenicopterus roseus) es el ave icónica de las Salinas de Cabo de Gata, pero no es la única. En este humedal se han contabilizado muchas más especies, y algunas con figuras especiales de protección (aludiré siempre al Libro Rojo ya citado), como la aguja colinegra (Limosa limosa), catalogada en “peligro crítico”, el charrán patinegro (Thalasseus sandvicensis), catalogado “vulnerable”, o el pequeño chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), catalogado “en peligro”. Desde luego, un chorlitejo –por su tamaño– se ve a distancia con más dificultad que un flamenco. Entonces, cuando se dice que en abril se han contabilizado 2200 ejemplares, ¿a qué especie o especies se está aludiendo? ¿Sólo a los flamencos? He visto informes alusivos a los últimos años en donde se cita una población de 600, ¿me están diciendo que su número se ha multiplicado casi por cuatro en un humedal que actualmente tiene una menoscabada productividad?
Lo que yo pude ver durante mis visitas de observación a las Salinas en el pasado abril, fue solo un grupo de gaviotas picofinas (Chroicocephalus genei), no más de cien, y una treintena de tarros blancos (Tadorna tadorna) que a principios de mayo se habían ido en su mayoría. También pude ver algunas avocetas (Recurvirostra avosetta), pero nada que ver con la tremenda abundancia de esta limícola en la primavera anterior, antes de la desecación. Todas estas aves se concentraban en las charcas orientales (cristalizadores y concentradores). La charca de evaporación, en la parte más próxima a la carretera de acceso a la barriada de San Miguel de Cabo de Gata, estaba totalmente desierta. En cuanto al número de flamencos, su presencia en el mes de abril no pasó de ser testimonial. Aparte de la bajísima densidad de aves, eché de menos a varias especies. Por ejemplo, a la cigüeñuela (Himantopus himantopus), tan común en las salinas, no había ninguna; o al charrán patinegro, del que había una buena población en la primavera anterior, tampoco había.
Foto: Panorámica tomada el 30 de abril de 2023 orientada hacia las charcas de evaporación (dirección noroeste). La imagen fue tomada desde el observatorio de aves próximo a la iglesia de las Salinas y cubre una buena superficie de la charca frente al observatorio. En la imagen no se aprecian aves de ningún tipo. © Pedro Femia
Foto: Imagen del 30 de abril de 2023 tomada desde el observatorio de aves situado en la entrada por carretera a San Miguel de Cabo de Gata. En esta zona se solían agrupar flamencos y otras limícolas, como cigüeñuelas, garcetas y, hasta 2018, agujas colinegras. En la imagen no se aprecian aves de ningún tipo. © Pedro Femia
Foto: Imagen del 30 de abril de 2023 tomada desde el observatorio de aves próximo a la iglesia de las Salinas. En esta zona se solían agrupar flamencos y otras limícolas, sobre todo en las islas centrales y en especial al llegar el ocaso. En la imagen no se aprecian aves de ningún tipo. © Pedro Femia
Foto: Imagen del 30 de abril de 2023 tomada desde el observatorio de aves próximo a la iglesia de las Salinas. En esta zona se solían agrupar flamencos y otras limícolas, sobre todo en las islas centrales y en especial al llegar el ocaso. En la imagen no se aprecian aves de ningún tipo. © Pedro Femia
Foto: Imagen del 30 de abril de 2023 tomada desde el observatorio de aves situado en la entrada por carretera a San Miguel de Cabo de Gata. En esta zona se solían agrupar flamencos y otras limícolas, como cigüeñuelas, garcetas y, hasta 2018, agujas colinegras. En la imagen no se aprecian aves de ningún tipo. © Pedro Femia
Respecto a la proposición “el mejor abril en 14 años”. Bueno, no hay que remontarse muy atrás para contrastarla. En abril de 2022 tuvieron lugar las precipitaciones que provocaron el desprendimiento de tierra que generó el taponamiento del canal de entrada de agua. Pero antes de que comenzaran a secarse (se dio la primera voz de alarma en mayo), las Salinas tenían una población de aves cuanto menos espectacular. En esos días pude tomar bastantes fotos que así lo demuestran. Por ejemplo, vinieron un grupo de media docena de espátulas (Platalea leucorodia) y algunos ejemplares de garceta grande (Ardea alba). La población de flamencos en ese mes era similar a la de los últimos años, lo que en cualquier caso supone un número muy superior al actual. Incluso algunos observadores pudimos disfrutar –y fotografiar–cómo un buen grupo de ellos protagonizaban una activa coreografía nupcial. En abril de 2022, la población de avocetas era llamativamente elevada. Pero también podían verse cigüeñuelas, archibebes (Tringa totanus), zarapitos (Numenius phaeopus), garcetas (Egretta garzetta), etc. En cuanto a aves no limícolas, ese mes pude fotografiar especies como el camachuelo trompetero (Bucanetes githagineus), catalogado “vulnerable” –he conocido gente que viene a Almería sólo por verlo–, la curruca tomillera (Curruca conspicillata) o la collalba rubia (Oenanthe hispánica), “casi amenazada”. No es mi intención hacer un inventario exhaustivo de especies, pero ya me gustaría que este abril hubiera sido como el de 2022, o como el de 2019, cuando desde el mirador de entrada era posible contemplar a un buen grupo de agujas colinegras que no han vuelto a aparecer.
Foto: Imagen del 21 de mayo de 2023 tomada desde el observatorio de aves situado en la entrada por carretera a San Miguel de Cabo de Gata. En esta zona se solían agrupar flamencos y otras limícolas, como cigüeñuelas, garcetas y, hasta 2018, agujas colinegras. En la imagen se puede apreciar la presencia de menos de una docena de flamencos. © Pedro Femia
Foto: Imagen del 21 de mayo de 2023 tomada desde el observatorio próximo a la iglesia de las Salinas © Pedro Femia
Foto: Imagen del 21 de mayo de 2023 tomada desde el observatorio próximo a la iglesia de las Salinas. Se aprecia no más de una veintena de flamencos. © Pedro Femia
Foto: Imagen del 21 de mayo de 2023 tomada desde el observatorio central, de los tres que hay en el camino que discurre bordeando a las salinas de forma paralela a la carretera. Se aprecia aproximadamente una veintena de flamencos. © Pedro Femia
¿Cómo pueden decir el mejor abril en 14 años? Nada más lejos. Que el ecosistema recupere su productividad lleva tiempo, y tres meses no parece demasiado. Los peces, crustáceos y moluscos se perdieron con el agua. La actividad microbiológica cambió drásticamente, la laguna pasó de ser un sistema captador de CO2 a un sistema emisor del mismo. Pero, por suerte, la naturaleza tiene sus recursos. Por ejemplo, la artemia, un pequeño crustáceo que se alimenta de organismos planctónicos y que es parte de la dieta de los flamencos, tiene la capacidad de reproducirse mediante huevos que pueden permanecer metabólicamente inactivos durante años (fenómeno de diapausa o criptobiosis). Los adultos mueren con la desecación, pero los huevos podrán repoblar la charca una vez reestablecido el aporte de agua y siempre que se haya regenerado su alimento. Tampoco ha llovido en abril, la espectacular floración que suele engalanar Cabo de Gata en primavera no ha tenido lugar y, por tanto, la densidad de insectos ha sido muy baja. Desde luego, esto no ayuda mucho, pero ¿quién sabe con las lluvias de mayo? Por otra parte, la migración de las aves supone un gran esfuerzo en el que les va la vida. En la memoria colectiva de aquellos individuos que sufrieron la desecación, el humedal sigue seco, y no derrocharan energías viniendo a ver si ha vuelto el agua. Esa información tendrá que propagarse convenientemente. En fin, con el tiempo, el ecosistema se recuperará, pero hace falta eso, tiempo.
Para terminar, me gustaría aludir a otro argumento que ha estado presente durante la desafortunada desecación de las salinas. Se ha repetido que, en el fondo, este es un ecosistema artificial; que si no fuera por la actividad humana, no habría salinas. Yo a esto apuntaría que si no fuera por la actividad humana, es posible que las salinas continuaran siendo la primitiva marisma. Es más, la costa de Almería estaría plagada de marismas. Humedales que se han desecado –por intereses inmobiliarios o agrícolas– y que tristemente se han perdido. ¿Quién está en deuda con quién? Más nos vale cuidar de los que quedan, porque la biodiversidad es un tesoro que no podemos perder.
Pedro Jesús Femia Marzo
Profesor Titular de Universidad de Granada
Departamento de Estadística e Investigación Operativa
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Comentario a las fotografías:
Hasta finales de abril no oí la noticia de la que habla el artículo. Las fotografías del 29 y 30 de abril fueron hechas con el teléfono móvil al tener constancia de las declaraciones del Consejero de Medio Ambiente diciendo que “abril de 2023 ha sido el mejor en los últimos 14 años en cuanto a población de aves en las Salinas de Cabo de Gata”. Las fotos de abril ponen de manifiesto el gran vacío de aves, especialmente de las más visibles, como flamencos, avocetas o gaviotas, cuyo color blanco destacaría en las imágenes.