Vida natural

Los medidores de CO2 y salud

Los sistemas de medición de la calidad del aire existen desde hace tiempo en determinados espacios, generalmente por obligación legal, pero, desde la aparición de la pandemia de SARS-CoV-2, hemos ido sabiendo, entre otras muchas cosas, de su existencia y de la importancia de la concentración de dióxido de carbono en el aire que respiramos.

Puede decirse que el primer medidor de CO2 fue un perro, o muchos, en la llamada “Grotta del Cane” (Cueva del Perro), en Nápoles, conocida desde la antigüedad y famosa por el curioso fenómeno de que morían los perros que entraban en ella. La realidad es que en la cavidad se producen emisiones CO2, que al ser más pesado que el aire, se deposita en el suelo a unos 50 y 70 cms., asfixiando a todo ser vivo que se encuentre por debajo; al perro, pero no al dueño.

El dióxido de carbono (CO2) es un gas incoloro e inodoro, presente en la atmósfera en una proporción de 380 partes por millón (ppm). En la actualidad es el principal causante del efecto invernadero como consecuencia del calentamiento global del planeta debido a la alteración en la Naturaleza del denominado ciclo del carbono por el aumento de emisiones debidas a la actividad humana. El CO2 se desprende en todo tipo de combustión, incluida la respiración de todos los organismos aeróbicos, pero las plantas, además, lo absorben en el proceso de fotosíntesis utilizando la energía solar. Si bien el dióxido de carbono no es tóxico, respirado en concentraciones muy altas puede producir asfixia por desplazamiento del oxígeno y reducción de su concentración en la sangre, pero, en principio, no tiene nada que ver con el contagio y desarrollo de la COVID-19, enfermedad que, como sabemos, se transmite principalmente por las gotitas procedentes del tracto respiratorio de las personas infectadas. Las gotitas de más de 5 micras de tamaño, caen pronto al suelo, permaneciendo por poco tiempo en el aire, pero existen también gotículas de menor tamaño, de 0.1 a 0.5 micras, denominadas aerosoles, que pueden permanecer más tiempo flotando en el ambiente de espacios cerrados, y en ellas sobreviven los virus un tiempo que dependerá de la temperatura, la humedad y la exposición a los rayos ultravioletas.

Foto: Medidor de CO2 © JMJH

No hace falta toser o estornudar, actividades como cantar, hablar o simplemente respirar producen aerosoles que pueden contener el virus y cuando alguien los inhala, los más grandes tienden a depositarse en las vías respiratorias superiores; sin embargo, los más pequeños pueden penetrar profundamente en la región alveolar de los pulmones. Reducir la exposición permaneciendo a distancia de otras personas, podría no ser suficiente en lugares cerrados. Una buena ventilación y filtración son, pues, esenciales para evitar la recirculación y ayudar a reducir la transmisión aérea de los aerosoles cargados de virus. Esto es aplicable también a todas las enfermedades respiratorias como la gripe, los resfriados, otros coronavirus (MERS-CoV, SARS-CoV) y muchas otras más que se transmiten por el aire como la tuberculosis, el sarampión o la varicela.

Foto: Medidor de CO2 © JMJH

Indicadores de ventilación
Y ahí es donde entran en juego el CO2 y sus medidores. El dióxido de carbono se genera en el ambiente por la respiración de las personas, por lo que en los espacios cerrados los niveles de CO2 tienden a incrementarse. Los niveles aceptables en un espacio interior estarían entre los 500 ppm y 700 ppm. De este modo, cuando el medidor de CO2 marque un valor de entre 700 y 800 ppm o más, la ventilación de ese espacio es insuficiente y se puede entender que se está respirando varias veces el mismo aire; si en el ambiente hay alguna persona infectada, sus aerosoles cargados de virus están llegando a las vías respiratorias de todos los presentes. En caso de marcar niveles de 1.000 ppm, habría que ventilar de inmediato y al máximo posible. Los medidores de CO2  son auténticos indicadores de ventilación y  están relacionados con la COVID-19 y otras enfermedades en el sentido de que pueden servir para evitar la propagación del virus por aerosoles en los lugares cerrados, donde el contagio es mucho más fácil.

Ahora, con todos los lugares de pública concurrencia abiertos, se debería haber fortalecido el control de interiores con medidores, y a la vista del público, en lugares como oficinas, aulas, gimnasios, cines, teatros, salas de conciertos, restaurantes, bares, locales de ocio nocturno y otros lugares cerrados y quedarse así para siempre.
Por la COVID han surgido diversos modelos, muchos de ellos portátiles, no mayores que un teléfono móvil y a precios bastante asequibles, que pueden llevarse en el bolso y medir la concentración de CO2 cuando se va al interior de algún local y si sobrepasa los límites tolerados, advertírselo a los responsables o directamente abandonar el lugar. 

Juan Manuel Jerez
Secretario de la Asociación Amigos del Parque

Referencias:
https://www.science.org/doi/10.1126/science.abd9149
https://www.diariomedico.com/medicina/enfermedades-infecciosas/la-gripe-como-la-covid-19-se-transmite-por-los-aerosoles.html

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