Viaje literario por el Parque

El último destello cultural del faro de Mesa Roldán está testimoniado por el poeta Miguel Ángel Cuevas (Alicante, 1958), profesor de lengua y literatura italiana en la Universidad de Sevilla, autor de varios libros de poesía desde hace más de tres décadas. Su último poemario titulado Triptyque (2024) rinde homenaje a tres idiomas: español, francés e italiano. Ha traducido al español a Pier Paolo Pasolini y Luigi Pirandello, y al italiano a Jorge Oteiza y José Ángel Valente.

Foto: Faro de Mesa Roldán © MSC

Con motivo de la presentación de Triptyque en Carboneras, nos obsequió con la lectura del siguiente poema dedicado a Mario Sanz:

ARRECIFE Y FARO
(A Mario último habitante de Mesa Roldán)

Deseca la surgencia
en piedra palpitada el magma.

Agosta las aguadas: cuajo
de tuétano salobre,
costra caliza de savia:

fósil manto
derrubio de lapilos:

adentro en los anfractos
soplo, silbo:

floración de pétalos de osambre
de esquirlas en lecho de tefras, lascas
de arrecife.

—sobre la sirte emersa,
jirones de fulgor sajan la foscura.

Foto: Doble-panorama desde el Faro de Mesa Roldán © MSC

Poema telúrico que invoca las fuerzas subterráneas que sustentan el acantilado sobre el que se eleva majestuoso el faro palpitante.
Destaca la exigencia léxica a la que es sometido el lenguaje mediante la selección de sustantivos, adjetivos, verbos, llama la atención la profundidad poética y el ágil movimiento del mar, allá en lo hondo, acumulando pétalos de osambre, lecho de tefras, lascas de arrecife. Una zona oscura y abisal donde resuena “soplo, silbo” “-sobre la sirte emersa”, mientras “jirones de fulgor sajan la foscura”.

Foto: Punta de Los Muertos © MSC

Es un poema críptico, claro ejemplo de la tendencia lírica del hermetismo italiano de los años cuarenta del siglo pasado, que nos conduce desde arriba hacia abajo, desde la piedra a la hondura, desde la “costra caliza” al “fósil manto”, al tiempo que nos adentra en las sensaciones mágicas que se suceden en lo hondo, “en los anfractos”, presintiendo el ritmo constante del movimiento erosivo que no cede y la riqueza de residuos que allí se acumulan.
De esta manera, parece aludir a la intensa actividad cultural desarrollada en las instalaciones del faro que permanecen atesoradas como “jirones de fulgor” pese al paso del tiempo: exposiciones de pintura, fotografía, presentaciones de libros —de novela y poesía— que permanecen en el foso del arrecife y en la memoria colectiva de las personas que participaron y contribuyeron a enriquecer la vida cultural de este entorno natural.

Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque

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