El Cuernecillo de mar un especialista de la arena
Ahora que comienza el verano las playas se convierten en uno de los destinos vacacionales por excelencia, acudiendo a ellas atraídos por el bienestar que aporta el estar al aire libre disfrutando de la arena y del mar. Nuestra experiencia mejora si además visitamos playas con un entorno bien conservado y un paisaje magnífico, sin embargo durante estos ratos pocas veces nos percatamos de la singular flora que crece en ellas, que suele ser exclusiva de estos ambientes y que tan placenteros resultan para el veraneante como exigentes y severos para las plantas que los habitan.
Es en las arenas o entre piedras y rocas donde desarrollan su ciclo vital diferentes especies litorales perennes y algunas de ciclo anual. En época estival, éstas últimas no suelen resultar visibles, pues ya reposan en forma de semillas, latentes y listas para reiniciar su ciclo con las primeras lluvias. Las especies perennes sin embargo persisten todo el año, aunque sus poblaciones solo pueden conservarse en aquellas playas que carecen de una limpieza mecanizada, afortunadamente, el Parque Natural Cabo de Gata Níjar cuenta aún con playas de estas características.
Foto: Cuernecillo de mar © JBA
La especie que os presentamos, el Cuernecillo de mar (Lotus creticus) es una de estas plantas perennes propias del litoral, no solo de Cabo de Gata, sino de toda la zona mediterránea y macaronésica, siendo su hábitat las arenas marítimas, tanto las más cercanas a la orilla, conocidas como dunas embrionarias, muy móviles y cambiantes, como creciendo algo más alejada del rompeolas, en la zona de dunas fijas, caracterizadas por una mayor estabilidad.
Al igual que otras plantas típicas de esta banda de vegetación, como la algodonosa (Otanthus maritimus) o la alfalfa marina (Medicago marina) presenta unas adaptaciones claramente enfocadas a mejorar su supervivencia frente al hostigamiento del viento y la maresía. La más clara es su morfología postrada que consigue reducir el efecto abrasivo que el viento salado y el impacto de la arena provocaría en su parte aérea. Se suma que los largos tallos y sus hojas de cinco folíolos se recubren de un tapiz claro de pelos sedosos que le confiere su típico aspecto plateado y que persigue reflejar el sol y reducir el calentamiento de sus tejidos.
Foto: Cuernecillo de mar © JBA
Foto: Cuernecillo de mar © JBA
Este aspecto puede provocar que pase fácilmente desapercibida en la arena, a pesar de los 120 cm que puede alcanzar, sin embargo este mimetismo desaparece cuando llega la floración, cubriéndose de flores amarillas agrupadas en coronas, con la forma papilionada característica de la familia a la que pertenece, las leguminosas. Estas flores, entomófilas y nectaríferas, atraen a numerosos polinizadores que revolotean sobre ellas. Si son fecundadas, llegarán los frutos, unas legumbres cilíndricas de entre 2 y 4 cm que van tornando del verde al marrón oscuro, similares a pequeños cuernecillos y origen de su nombre vernáculo. Al madurar, bajo el sol, va incrementándose la tensión entre las dos valvas que conforman la legumbre, hasta que en un movimiento de torsión súbito se separan longitudinalmente liberando las semillas que se alojaban en su interior.
Su prolongada floración y la facilidad de su cultivo han extendido su utilización en tareas de ajardinamiento en zonas litorales, en actuaciones de plantaciones en cubiertas verdes de edificios e incluso recientemente en la composición de setos auxiliares en los márgenes de los invernaderos para aplicar el control biológico por conservación.
A pesar de todos estos nuevos usos, recordemos que su hábitat original está en las playas y por ello es importante conservar y proteger estos ecosistemas costeros promoviendo un uso sostenible de los mismos. Solo así podremos seguir disfrutando de estas especialistas vegetales.
Jardín Botánico El Albardinal
Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul