Gente del Parque
Emilia Ferré y María Gil, las vigilantes del fuego
“Damos la alarma en cuanto vemos algún fuego”.
Hay a quien le pagan por mirar el paisaje, ese es el caso de Emilia y María, del Pozo de Los Frailes, pero eso de mirar el paisaje no es por placer, sino para detectar la presencia de humo en algún lugar del extenso paisaje que dominan. Son las vigilantes del fuego AV-211, de la Agencia de Emergencias de Andalucía (EMA), ejerciendo su función en la caseta de observación de La Rellana.
Emilia Ferre y María Gil son del Pozo de los Frailes de toda la vida, nacidas, criadas y buscándose la vida en la hostelería de San José o cuidando niños hasta que, al declararse la zona parque natural, se crea la Escuela Taller de Medio Ambiente en la que se formaron durante tres años para esa y otras funciones relacionadas con el medio natural.
Trabajamos en el plan INFOCA durante los meses de medio y alto riesgo de incendios, que abarca desde mayo a octubre.
¿Cómo es vuestro trabajo en la caseta?
El servicio está cubierto las 24 horas en turnos de 8 horas: mañana, tarde y noche, vigilamos los humos que pueden surgir en el entorno al alcance de nuestra vista. Damos la alarma en cuanto vemos alguno e informamos del paraje donde está, del tamaño, color y condiciones meteorológicas para que el Centro de Coordinación alerte a los medios que crea convenientes y después le siguen dando parte de cómo ha ido evolucionando hasta que los medios terrestres o aéreos lleguen al lugar.
Cada dos horas se da un parte meteorológico al Centro de Defensa Forestal o más a menudo si hay alerta por altas temperaturas y/o vientos fuertes en el lugar: se informa de la velocidad del viento y de la visibilidad.

Foto: Desde La Rellana © EF
¿A dónde comunicáis la alerta?
El Centro de Defensa Forestal (CEDEFO), que es donde se canaliza la información y se gestionan los medios de extinción y prevención.
Nosotras pertenecemos al de Alhama de Almería, Ahí también se ubican los medios aéreos y terrestres que están de guardia, técnicos, emisoras, personal administrativo, etc.
Si el CEDEFO no está operativo en el momento de la comunicación, lo hacemos al Centro Operativo Provincial (COP), ubicado en Almería capital; es el que se encarga, entre otras cosas, de coordinar y planificar las actuaciones a desarrollar en la lucha y prevención de los incendios forestales.
¿Y estáis mirando las ocho horas seguidas sin parar?
Generalmente sí, se hacen barridos visuales constantemente
¿Qué instrumentos utilizáis?
Emisora, prismáticos y alidada de pinnula y, por supuesto, el conocimiento del territorio. La alidada es un instrumento de geometría que permite realizar una alineación mucho más precisa del punto donde se encuentra el humo. Marca el rumbo y si otra caseta de vigilancia está viendo el mismo humo y marca también los grados con su alidada, en el Centro de Coordinación, con ambos datos y sobre el mapa, sabrá exactamente dónde está el humo detectado.
¿Dónde están situadas las casetas?
La nuestra está situada, aquí, en el Parque, en el paraje de La Rellana. Hay ocho más repartidas por todo el territorio almeriense que controlan toda la provincia.
Las hay de segundo orden que están abiertas solamente durante el día y otras de primer orden (que es el caso de la nuestra) que son las que vigilan las 24 horas, ya sea por la gran extensión de terreno que abarcan visualmente o por el valor ecológico de la zona y están ubicadas en puntos más estratégicos. En ellas se hacen turnos de mañana, tarde y noche.
¿Cuánto territorio abarca la vista desde vuestra caseta?
Es bastante extenso, es el más cercano al del Parque, también Sierra Alhamilla y Sierra Cabrera y, por supuesto, hasta donde alcanza la vista. Estamos complementados con otras casetas, la más cercana es la de Sierra Alhamilla, en Cerro Colativí; desde ésta ven zonas del Parque que para nosotros son invisibles, se suelen llamar “zonas de sombra”, y nosotros, por ejemplo, oteamos la cara sur de Sierra Alhamilla que ellos no pueden ver y así sucesivamente unas casetas con otras.

Foto: Caseta de observación de La Rellana © EF

Foto: Vista desde la caseta de La Rellana © EF
¿Son frecuentes los incendios o pasáis mucho tiempo sin ver ninguno?
Por suerte no son muy frecuentes. Ahora hay cada vez menos conatos que hace años, la gente está más concienciada con las quemas, barbacoas, colillas…, pero puede ser que los incendios de ahora son de mayor envergadura.
¿No os da miedo estar solas en un paraje tan solitario?
El horario nocturno es un poco más engorroso, pero el cuerpo al final se hace a todo.
¿No es un poco tedioso estar allí ocho horas observando?
Bueno, es que es un poco como tu casa, te acostumbras.
¿Cuáles son las ventajas de ese trabajo?
Se está a gusto, es relajante. El compañerismo que existe entre nosotros. Tenemos tres compañeros más. El disfrute de la naturaleza es otro punto a favor. Las vistas, cuando hay buena visibilidad, son fantásticas, al este se divisa hasta Cabo Cope y al oeste el Mulhacén y el Alcazaba, en Sierra Nevada. Es alucinante el cielo lleno de estrellas.
¿Y… veis muchos animales?
Jabalíes, perdices, conejos, pajarillos… y estos últimos años también la cabra montesa. A partir de septiembre-octubre, las aves de paso, a veces bandadas de más de cien buitres. También serpientes, bastantes veces, y estas “visitas” no nos gustan mucho, nos dan un poco de “yuyu”. (Risas).
¿Este trabajo también tendrá sus inconvenientes?
La soledad en los turnos de noche. El cambio de horarios, que provoca desajustes corporales y también afecta a la conciliación familiar. Cuando hay tormentas eléctricas, hay que extremar la vigilancia ya que, automáticamente, en cuanto caen, suelen provocar incendios, a veces hasta tres a la vez, ejemplos como en la Sierra Alhamilla, la Sierra de Gádor y la Sierra Cabrera. Si la tormenta está muy cerca, toca irse al coche porque es el lugar más seguro.
Y cuando llueve fuerte el camino se hace intransitable ya que se forman barranqueras.

Foto: Emilia Ferré © EF

Foto: María Gil © EF
Habréis vivido anécdotas curiosas…
Algunas… Por ejemplo, visitas extrañas cerca (en el radar meteorológico que está enfrente) alguien hacía destellos con un foco hacia la caseta, al parecer algo relacionado con el tráfico de droga. Tener que saltar por la ventana porque había una culebra en la entrada, Oír toques en la puerta, que luego resultó ser una cabra. Y otras más, que, bueno… se quedan para nosotras. (Risas).
Desde El Eco del Parque agradecemos a estas dos vecinas del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar que nos hayan dado a conocer una de esas profesiones que poca gente conoce y que, sin embargo, son fundamentales para el mantenimiento de los entornos naturales y para la seguridad de los ciudadanos.
Entrevista realizada por Juan Manuel Jerez
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