Viaje literario por el Parque
Antonio Carvajal Milena (Albolote, Granada, 1943): poesía y denuncia.
Escritor, poeta y profesor de métrica en la Universidad de Granada, Premio Nacional de Poesía en 2012, publicó su primer poemario en 1968, desde entonces ha tenido acogida en importantes editoriales y recibido valiosos galardones y reconocimientos. Más de dos docenas de poemarios, varios ensayos y otras tantas traducciones avalan su dedicación a las letras.
Unos pocos versos le permiten detallar los valores y la amenaza que sobrevuelan al Parque Natural. Antonio tiene una larga trayectoria como poeta de impecable factura formal en la composición de sus versos. En este caso le interesa más el contenido que la forma, que en absoluto descuida.
Pie para una instantánea del Cabo de Gata por Pérez Siquier
Mirad: hay solos mar y cielo y piedra
como si no arribara con su carga
de muerte el hombre. Azul el mar, el cielo
azul, la piedra, el iris. Soles fijos,
lunas mudables, vida sin edad.
Decidle al hombre que su pie retire
de este lindero.
Foto: Litoral del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar © JG
Es evidente que el poeta se inspira en una fotografía de Pérez Siquier, donde dominan los elementos destacados en el verso: mar, cielo y piedra, pero matizados con el color predilecto del fotógrafo: azul. Aunque introduce un matiz crítico mediante esos imperativos: mirad, decidle, que interpelan al lector para apreciar la belleza del entorno y advertir de su amenaza: el hombre, de ahí la denuncia. El paraíso está amenazado por la labor depredadora del hombre que mancilla un paraje natural con sus proyectos y negocios dirigidos por la lógica del capital.
Esta apelación al lector estructura el poema en un quinteto y una coda final de dos versos. No hay rima, sí una majestuosa lección de métrica en la medida de los versos: todos son endecasílabos (11 sílabas, con sus licencias métricas, sinalefas, versos agudos), salvo el verso final, un pentasílabo.
Foto: Litoral del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar © JG
En este aspecto su admonición es profética y el poeta se duele de la barbarie intuida que mancilla ese azul mudable, sí, pero sin edad: eterno. El azul modernista de Rubén Darío, pero el azul celestial que recubre el orbe y se refleja en los mares. Es el color predominante en nuestro planeta, de ahí que Antonio aúne a Pérez Siquier y su obra fotográfica con el Parque Natural, ambos símbolos de la protección y plasmación de su belleza lumínica.
¿Y la denuncia? Se anuncia en el segundo y tercer verso, (esa carga de muerte que porta el hombre: desde los cuerpos de los inmigrantes arrojados a la costa, hasta la carga destructiva sobre el entorno) luego se ratifica en los versos finales, donde el poeta señala directamente el malestar por la intervención y presión humana ejercidas sobre un paraje de especial protección medioambiental. El yo poético apela directamente a la sociedad para que evite esos abusos y “el hombre” se aleje de este lindero, lugar de poesía, pintura, fotografía, en definitiva, contemplación celeste de una belleza disponible a una percepción estética gratuita, benefactora para el ser humano. Desde el título inicial “Pie” indica un texto que acompaña a la obra de arte (pintura, fotografía), este es el poema, pero al final del mismo el significado de “pie” se refiere a la huella humana depredadora sobre un paraje virginal. En este sentido el poema adquiere una dimensión más transcendente: el respeto a la naturaleza comienza con nosotros mismos, protegiendo y cuidando aquello que nos rodea generosamente, soles fijos, dice Carvajal, vida sin edad.
Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque