Vida natural

Aumentan las muertes por calor

Como consecuencia del aumento de las temperaturas se ha producido un incremento significativo de muertes relacionadas con las altas temperaturas.

Un estudio publicado en la revista The Lancet Public Health sugiere que, bajo las políticas climáticas actuales, las muertes por calor supondrían un aumento anual de 13,5%, que en Europa afecta principalmente a las personas que viven en las regiones del sur del continente, concentradas sobre todo en la población mayor de 85 años. En la actualidad, el 6% de la población española tiene más de 80 años. Los hallazgos del estudio subrayan la necesidad de fortalecer las políticas para limitar el calentamiento global y proteger a las regiones y miembros más vulnerables de la sociedad de los efectos de las temperaturas más altas.
La subida de las temperaturas produce distintos efectos en el organismo para intentar adaptarse, aunque en muchos casos pueden suponer un estrés para el cuerpo.

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Aumenta la frecuencia cardiaca para bombear más sangre hacia la piel y las extremidades, las arterias se dilatan y se activa el sudor para enfriar el cuerpo. La vasodilatación hace que baje la tensión arterial y se produzca cansancio y si no se ingieren suficientes líquidos, se puede producir deshidratación, que aumentará si lo que se toma es alcohol. La sangre, que va a la piel, estará menos disponible para otros órganos: los riñones dejarán de filtrar bien, el corazón se verá afectado porque tiene que trabajar a mayor ritmo y disminuirá la irrigación en el cerebro y, por tanto, el oxígeno. Debido a las denominadas noches tropicales, cuesta conciliar el sueño, lo que impide descansar y surgen los problemas de la falta de descanso pudiendo también debilitarse la respuesta inmunitaria.
Son más vulnerables a los efectos del calor las personas mayores de 65 años, bebés y niños menores con el sistema termorregulador en desarrollo, enfermos, especialmente con enfermedades respiratorias y cardiacas; personas medicadas con diuréticos, antihistamínicos, hipotensores, benzodiacepinas, antidepresivos, psicótropos, etcétera; personas obesas, con trastornos mentales y quienes realizan sobreesfuerzos físicos.

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¿Qué podemos hacer?
Hidratación constante: tomar agua, aunque no se tenga sed, un vaso cada dos horas, zumos y bebidas frescas, evitar el alcohol.
En casa permanecer en lugares más frescos, cerrar ventanas y cortinas durante el día y abrir por la noche para ventilar. Comer preferentemente frutas y legumbres verdes, evitando comidas calientes y pesadas. Tomar baños y duchas o usar toallas húmedas sobre la piel.
En exteriores, evitar las horas críticas; no salir entre las 12 y 19 horas cuando el calor es más intenso y peligroso y con la adecuada protección: gorra, sombrilla, ropa holgada y de colores claros. No permanecer ni dejar a nadie en el interior de coches con las ventanas cerradas. Evitar o reducir las actividades deportivas y disminuir la actividad física en las horas de más calor.
La radiación solar puede conllevar riesgos si no se toman las precauciones adecuadas. Sus consecuencias pueden ir desde irritaciones y eritemas (enrojecimiento de la piel) hasta quemaduras de diversa intensidad y, a la larga, cáncer de piel. Si se ha de tomar el sol hay que hacerlo de manera progresiva, en movimiento y evitando las horas centrales del día. Aplicar el tipo de crema protectora más adecuada a cada tipo de piel y a la intensidad de la radiación al menos 30 minutos antes de la exposición al sol y reaplicarla cada dos horas. Cuidado con las superficies reflectantes como el agua y la arena que reflejan los rayos solares, aumentando sus efectos sobre la piel. Evitar la exposición al sol en los menores de 3 años.
Si se conocen personas que viven solas, son dependientes o están enfermas es conveniente ayudarles a mantenerse hidratadas y correctamente alimentadas, e informar a su centro de salud en periodos de calor intenso.

Foto: Ventana cerrada durante el día © Oscar Molina

Foto: Contraventanas cerradas durante el día © Oscar Molina

La alerta
Estar atento a la aparición de los síntomas de alerta por el calor, como calambres musculares, malestar general, dolor de cabeza, confusión, debilidad, insomnio, cansancio extremo… Se tomará la temperatura axilar y habrá que refrescarse e hidratarse; y si los síntomas persisten o se agravan, consultar a los servicios de salud.
Al superar ciertas temperaturas se puede llegar a sufrir un golpe de calor. Es una situación extremadamente grave en la que el organismo no puede ni controlar ni regular su temperatura, que aumenta muy rápidamente y si no se trata inmediatamente puede causar daños permanentes en órganos vitales o secuelas neurológicas permanentes, discapacitantes o la muerte. La piel está caliente, roja y seca, pueden aparecer náuseas o vómitos y dolor intenso de cabeza, somnolencia o agresividad inusual, pulso y respiración acelerados, alteración de la conciencia o desorientación, e incluso coma y convulsiones. Pero el signo más determinante de esta situación es la elevación de la temperatura corporal, medida en la axila, de 40 grados o más. Es una situación de mucha urgencia y hay que avisar inmediatamente a los servicios de emergencia. Mientras llegan, se intentará bajar la temperatura a la persona afectada colocándola en un sitio fresco, refrescando el cuerpo con una esponja o pulverizando agua y aplicando paños mojados bajo las axilas, detrás de la nuca y sobre la ingle. Si está consciente darle de beber agua a sorbos y , si está inconsciente, colocar en posición lateral de seguridad.

Juan Manuel Jerez

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