PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE CABO DE GATA-NÍJAR
UN RECORRIDO RESUMIDO DE LA HISTORIA DE CABO DE GATA-NÍJAR DESDE LAS ORÍGENES HASTA EL FUTURO.
Los orígenes y la Antigüedad
La sierra de Cabo de Gata es, en origen, la parte emergida de una enorme cadena volcánica que discurre entre esta costa y la isla de Alborán. La erosión sobre sus lavas y cenizas ha ido modelando estos sorprendentes paisajes durante millones de años.
Todas las referencias antiguas al Cabo de Gata, que da nombre al Parque, parecen dirigirse al cerro de la Testa y no al pequeño promontorio donde se asienta el actual faro del mismo nombre. El Cabo fue conocido entre los navegantes fenicios como Promontorio Charidemo; después, dice la leyenda, que los griegos construyeron, en el mismo Cabo, un templo dedicado a Afrodita en el que se tenían encendidos fuegos perpetuos; más tarde, fue conocido por los romanos como Promontorio de Venus, y en la Edad Media tomó el nombre de Cabo de Ágatas, del que deriva su actual nombre.
Los romanos tuvieron algunos asentamientos en esta zona, dedicados a la pesca de atún en almadrabas y a los salazones, así como a la extracción de minerales. En la zona de Carboneras existieron explotaciones dedicadas a la fabricación de carbón vegetal, que le dieron nombre al pueblo.
Posteriormente, los musulmanes se dedicaron a la agricultura en las zonas más fértiles, poblando algunas cortijadas y pequeñas aldeas, sobre todo en el interior, a orillas de las ramblas. El litoral permaneció poco poblado a causa de la piratería.
La Edad Media
Tras la conquista de Almería por los Reyes Católicos y la expulsión de los moriscos que las habitaban (la última a principios del s. XVII), las costas se terminaron de despoblar. Las frecuentes incursiones de piratas berberiscos las hicieron demasiado inseguras para que se asentaran los cristianos viejos, que venían a ocupar el lugar de los moriscos.
Durante los años posteriores, este litoral sirvió de lugar de desembarco de naves procedentes del norte de África, que protagonizaron correrías en muchos pueblos almerienses del interior, llegando a hacer desaparecer poblaciones como Teresa y Cabrera, y asolando en repetidas ocasiones núcleos más grandes como Vera, Cuevas, Mojácar, Sorbas o Níjar.
Poco a poco se fueron restaurando antiguas torres vigías y construyendo castillos defensivos, que fueron dando algo de seguridad, formándose asentamientos a su alrededor. Los castillos de San Francisco de Paula (actual faro de Cabo de Gata), Fuerte de San José (actual cuartel de la guardia civil de San José), Torre de los Alumbres de Rodalquilar, San Pedro y San Andrés de la Carbonera, entre otros, lograron crear poblaciones de diferentes tamaños a su alrededor. Algunas de estas poblaciones fueron creciendo hasta convertirse en pueblos, como Carboneras y San José; otras se abandonaron, como es el caso de San Pedro.
Las privilegiadas ensenadas que existen en estas costas han hecho que históricamente se protegieran en ellas barcos de todo tipo; el ejemplo más espectacular fue el de la Armada Genovesa formada por 223 navíos, que fondeó en el amplísimo puerto natural, que desde entonces tomó el nombre de los Genoveses, y en los vecinos fondeaderos de Cala Higuera y San José. Esta escuadra había sido armada con la intención de acabar con la piratería en las costas almerienses, a propuesta del Papa Eugenio III, que secundó Alfonso VII de Castilla. El nutrido grupo de naves esperó en estos fondeaderos la orden de atacar Almería.
La conquista de Almería se consumó el 17 de octubre de 1196, con el resultado del saqueo, destrucción y toma de la ciudad, haciendo huir a los árabes que en ella habitaban y que, por otra parte, volverían a reconquistar la ciudad diez años después.
En el límite suroeste del actual Parque, el día 21 de diciembre de 1502, el guarda de Torre García, Andrés de Jaén, encontró en la playa una imagen de la Virgen; este hallazgo es el origen de la leyenda de la Virgen del Mar, muy venerada y patrona de Almería.
Siglo y medio después, varias torres vigías, de las existentes en esta zona, fueron derruidas por el fuerte terremoto que asoló esta provincia el 31 de diciembre de 1658, conocido como el terremoto de San Silvestre.
El siglo XVIII
En 1706, durante la guerra civil entre Borbones y Habsburgo, los ingleses, aliados de estos últimos, se llevaron varias naves e incendiaron un navío de guerra francés (aliado de los Borbones) llamado “La Reina” en la Cala de San Pedro, sin que desde el castillo se pudiese hacer nada, ya que sólo contaba con un cañón de calibre insuficiente.
Unos años después, se pagaron las consecuencias de no haber ampliado la dotación artillera del castillo; en el verano de 1743, un navío de guerra inglés entró en la cala persiguiendo a un navío corsario de Málaga. El barco inglés saqueó el navío corsario y a varios pesqueros catalanes que se encontraban allí protegidos, disparando además sus numerosos cañones contra el castillo de San Pedro, destruyendo casi por completo el baluarte y dejando la torre muy tocada.
El 20 de noviembre de 1797, naufragó ante el fuerte de San Francisco de Paula, un barco místico español procedente de Alhucemas, que se dirigía a Melilla conduciendo al príncipe, hermano del rey de Marruecos. Una comitiva de Almería vino hasta el fuerte para comprobar la salud de los náufragos y llevó a Almería al Infante Muley Acelema con su séquito, dándole grata acogida y alojamiento. Lo más curioso fue el rifirrafe que se vivió entre el rey Carlos IV y el Ayuntamiento de Almería para decidir quién pagaba los gastos de esta visita inesperada.
El siglo XIX
En 1863 se inauguró el Faro de Cabo de Gata, construido sobre las ruinas de ese castillo o fuerte de San Francisco de Paula, situado en la Punta del Cuchillo; siendo un referente, desde entonces, para todos los barcos que buscan la entrada al estrecho de Gibraltar, procedentes del Mediterráneo. En el mismo año, se inauguró el faro de Mesa Roldán, el otro faro significativo del Parque, situado en el extremo norte, sobre la meseta caliza de más de 200 m. que le da nombre.
El siglo XX
A principios del siglo XX, estos campos fueron un enorme latifundio con plantaciones de trigo y cebada, lo que explica la cantidad de molinos harineros que se encuentran en todo el Parque; después, el cultivo de cereales se fue cambiando por plantas menos necesitadas de agua, como el esparto o la pita; explotándose también, en la sierra, tomillos y palmitos. En Rodalquilar, en el primer cuarto del siglo XX, se construyó el pueblo minero y se extrajo oro de sus minas hasta 1966.
El área que hoy ocupa el Parque Natural se salvó del desarrollismo alocado de los años sesenta y setenta que saturó nuestras costas, gracias a su aislamiento y su falta de carreteras y comunicaciones, conservándose casi intacto su paisaje subdesértico.
Un presente preocupante
Desgraciadamente, en los últimos años, ya siendo Parque Natural y Reserva de la Biosfera, este espacio ha sufrido el crecimiento inmobiliario más espectacular de su historia, que presiona cada vez más a su fauna, a su flora y a su riqueza paisajística, haciendo aparecer edificaciones por todos los rincones, y saturando de automóviles sus carreteras y caminos.
El afán constructor de los Ayuntamientos y la presión de los especuladores inmobiliarios, unido a la falta de firmeza y control por parte de las administraciones medioambientales de la Junta de Andalucía, están dando este negativo fruto de la masificación. La presión industrial en sus alrededores y el exagerado avance de la agricultura bajo plástico está siendo otro de los problemas más acuciantes en la actualidad.
Un futuro amenazado
Pero la historia de este Parque Natural sigue adelante y su futuro está en nuestras manos. A todo el que sea un poco sensible con la conservación le pedimos su colaboración para que este espacio mejore día a día. A los Ayuntamientos, Dirección del Parque, dependiente de la Junta de Andalucía, y demás Administraciones les pedimos seriedad, firmeza y que no se dejen llevar por los intereses económicos particulares.
Cada atentado contra el Parque, por pequeño que sea, es un atentado contra nuestro futuro, nuestra salud y nuestro compromiso con las próximas generaciones.
Amigos del Parque