Cartas y opiniones

Esta revista pretende ser un medio de expresión abierto y plural, por lo que la Asociación y la redacción no se identifican necesariamente con las opiniones de las cartas y/o colaboraciones esporádicas que se publican en estas páginas.

Árboles muertos que no se talan

En el pasado número de El Eco del Parque se reflejaban la preocupación e indignación de los vecinos por las talas de árboles en San José, donde ya se ha perdido, poco a poco, gran parte de la masa arbórea que otrora fue plantada, supongo, para dar verdor y vida a un pueblo en medio del secano.
Pero esa tala no es indiscriminada. Al parecer, solo se quitan árboles que son fuente de vida o estorban a algún cacharrico de las fiestas o al afán especulativo de algún constructor. Porque aún se pueden ver algunos árboles muertos que debían haberse talado para sustituirlos por otros como, quizás el más evidente, el que hay al final de la calle Pasaje, frente a la mole antiestética de la discoteca y sus deterioradas construcciones anejas.

Foto: Tala de árboles en San José © JP

Era un árbol grande, frondoso, donde cada atardecer y amanecer se oían los trinos de numerosos pájaros. Cayó en tiempos del efímero esplendor de la discoteca, cuando por esa zona se movía gente de todo pelaje menos del bueno. Los trinos del anochecer y del amanecer fueron sustituidos por el pum pum pum del tugurio y el árbol murió. Dios sabe si porque alguien vertió lo que no debía, si por los ruidos o fueron todos los gatos de la comarca que entonces acudían a por el pienso que alguien vertía por todos los rincones. El caso es que murió y ahí se quedó muerto, negro e inane, con el aspecto del árbol de un ahorcado y así sigue unos cuantos años más tarde.
Nos consta que algunos vecinos lo comunicaron al Ayuntamiento, hace unos cuatro años, gobernado por la que, cuando estaba en la oposición, rompió la disciplina de voto de su partido para hacer posible la construcción de la discoteca que poco bueno ha llevado al pueblo.
Como suele ser habitual, ni se dignaron contestar y el árbol muerto sigue allí, esperando el milagro de un soplo de vida o que una levantera o un ponientazo lo derriben sobre las viviendas cercanas. Entonces vendrán las lamentaciones.

Gwangi

Share This