Cartas y opiniones

Esta revista pretende ser un medio de expresión abierto y plural, por lo que la Asociación y la redacción no se identifican necesariamente con las opiniones de las cartas y/o colaboraciones esporádicas que se publican en estas páginas.

Energía renovable…, ¿para qué y cómo?

Asisto con estupor a la ofensiva salvaje que se cierne contra el paisaje de Almería en nombre de las ENERGÍAS RENOVABLES.
Está la agresión que se quiere cometer contra la ribera de los Molinos de Huebro en Níjar con la línea de alta tensión que evacúa la energía de los parques eólicos de Loma del Perro y Tornajos; o lo que se pretende aprobar con el despliegue masivo de placas fotovoltáicas en determinadas zonas del valle del Andarax en la sierra de Gádor.

Resulta además contradictorio escuchar de boca de promotores, entidades y empresas, que han resultado beneficiados de este despliegue de proyectos renovables, frases como “¿pero no es lo que queríais los ecologistas?”, cargadas de sarcasmos precisamente por aquellos que años antes despreciaban esta demanda.

Para que se entienda por qué los que antes se oponían ahora son los más decididos y por qué para el que tenga un mínimo de sensibilidad medio ambiental se debe oponer a proyectos como los que menciono, conviene entender de qué va todo esto y cuya conclusión ya adelanto que va de DINERO.
Tenemos que recordar las 3 patas donde se asienta la demanda en el cambio del modelo energético:
1º Luchar contra el cambio climático
2º Bajar el precio de la energía eléctrica
3º Democratizar la energía

Proyectos como los mencionados, es decir, basados en una alta concentración de potencia, que exige mucho capital, tienen un impacto evidente en el deterioro del paisaje donde se buscan cumbres y zonas soleadas, algunas de gran valor ecológico. Este impacto está tanto en la fase de construcción, como en la explotación y transporte de la electricidad a los centros de consumo. Es un desastre exactamente igual que si hablásemos de la central de Carboneras. Se fomentan estos proyectos porque la presión por el cambio climático aumenta y los que ayer eran detractores hoy lo abrazan con ilusión, después de asegurarse muy mucho que el negocio va a continuar e incluso se multiplicará. No dan puntadas sin hilo. Veamos el porqué.

Foto: Paisaje de Huebro © JMJ

Cuando se cierra en el norte una central de carbón propiedad de ENDESA, o cuando se cierre la de Carboneras, se hace sabiendo que el hueco de la oferta eléctrica va a seguir siendo suyo y que en España supondrá ganar muchísimo más al minimizar o anular los costes variables (energía o sea el kWh) y dejar de pagar el CO2. Los costes variables en la fabricación de energía eléctrica con renovable cuesta exactamente 0 €/kWh y hacerlo con gas natural sale por 0,06 €/kWh (media). Teniendo en cuenta que el precio de mercado (venta al consumidor) lo fija el precio de fabricación mediante gas según la normativa existente, resulta que cuanto más consumamos fabricado con primario renovable NO NOS VA A SALIR más barato, lo que SÍ SALE Y BIEN PARADA es la cuenta de resultados de ENDESA y allegados.

Cuando a algunos nos ahorramos varios euros de la factura al comprar en determinadas entidades (SA, SL o cooperativas) que comercian con el 100% renovable, no nos las ahorramos por ser de origen renovable, nos las ahorramos porque han hecho una buena compra del granel durante la subasta. Es exactamente igual que el mercado mayorista de frutas y verduras.

Por lo tanto el negocio previsto de ENDESA (y allegados) es tan simple como construir muchas plantas que funcionen con renovable para lo cual solo es preciso terreno y red eléctrica, que además resultan mucho más baratas de construir aplicando economías de escala (mucha, mucha potencia, muchas placas, muchos molinos), siempre justificado por ese mal común que se llama cambio climático y mucho más baratas de mantener que una central térmica, ¡ya no digamos las nucleares!, donde en las renovables solo se necesitan cámaras de vídeo y en las segundas ingenieros mirando pantallas de ordenador. Si las centrales de gas solo se utilizarán para cubrir, cada vez más, las puntas de energía, es decir poquito…, podemos hacer el cálculo del piticling-piticling que supone la caja del oligopolio cada vez que encendemos la luz…. Es decir, con este sistema de fomento de las renovables, se hace poquito contra el cambio climático, los precios no bajan y el oligopolio se forra.

Entonces podemos preguntarnos ¿hay otra solución?….., ¿hay esperanza?. Por supuesto se llaman contratos PPA y asociarse a algunas de las cooperativas que se están planteando convertirse en Comunidades de Energía Renovable (CER) y que empiezan a asentarse en el territorio. La Solar Energía SC (www.lasolarenergiacoop.es) Som Energía (www.somenergia.coop/es) Zencer (www.zencer.es). Y una de reciente creación en Granada llamada: Candela. Si quieres saber más de lo que hablo consulta el blog: http://electronlibre.biz.
En cualquier caso, prometo una explicación más detallada, si se me da espacio en un próximo número, donde explico por qué con una CER cumplimos con los 3 objetivos antes mencionados.

Rafael López

Del movimiento animalista y vegano

Otras consideraciones al maltrato animal y más…

La primera salvedad es no meter todo en el mismo saco, es decir, que si no se llegase a producir un maltrato animal y se observasen las reglas universales de respeto y dignidad que todos los seres vivos sobre la Tierra se merecen, es decir, si consumes vegetales y animales cultivados y criados ecológicamente y de forma natural, quedaría en entredicho este movimiento animalista de igualdad de derechos.

El Movimiento Animalista en favor de los “derechos” de todos los animales es un movimiento social urbano, cuyo objetivo es poner en la misma balanza de valor la vida de los animales junto a los seres humanos con el propósito de crear “una rivalidad” conceptual, restando “derechos y valores éticos y culturales” al humano como tal, para así poder imponer más leyes en contra de nuestra naturaleza y un mayor control social sobre todos los seres de la Tierra.

El ser humano es la especie dominante en la cúspide de la cadena trófica, porque, a través de su conocimiento y de su conciencia, podemos y debemos cuidar de nosotros mismos y de todo el medio natural. El ser humano es racional (inteligente), es libre (responsable de sus actos) y moral (capaz de distinguir entre el bien y el mal). Por tanto, el ser humano es superior al resto de los animales, un valor en sí mismo.

Los animales no tienen conciencia de sí mismos, funcionan por “instinto”. No tienen sentido de la moralidad, de lo ético y de la legalidad. El humano y el animal no tienen el mismo valor. Nuestra sociedad siempre se ha basado y se basa en el uso y manejo de los animales de la Tierra, pues en nuestros orígenes éramos cazadores y recolectores y nuestro tracto digestivo es también carnívoro, ya que necesitamos de los alimentos de origen animal para obtener la vitamina B12 y los aminoácidos esenciales. Somos por naturaleza omnívoros y no sólo vegetarianos.

La Naturaleza no se equivoca.
Un animal no tiene derechos, porque no puede tener obligaciones, ya que ellos se mueven y viven en base a sus instintos y no a unos parámetros que obligue o proteja a otros animales, máxime si son su comida. Un león no puede dejar de matar a una cebra porque esta tiene derecho a vivir, ni tampoco ese león puede aleccionar a sus cachorros para evitar la muerte de sus depredadores. Los animales solo se guían por sus instintos y los derechos son una cosa de la sociedad humana, inventada y creada por el ser humano.

Pero eso, no da derecho al maltrato animal abusando de ellos, ya que tenemos la obligación de cuidar de la Naturaleza. Los animales no nos cuidan, por lo que no tienen igualdad de derechos sobre nosotros.

Foto: Paisaje de Huebro © JMJ

A finales del siglo XIX y principios del XX, la Secta de “La Iglesia Adventistas del 7º Día”, de la mano de Ellen White, preconizó que para alcanzar la máxima espiritualidad y el acercamiento a Dios era necesario evitar la carne en nuestra dieta cotidiana y todos sus derivados, huevos, leche, queso, etc., basándose en el sufrimiento de los animales y en el derecho a su dignidad.

De ahí surgió también el llamado Movimiento “Vegano” o veganismo que incluye en su dieta solo productos vegetales y evita productos derivados de los animales, de cualquier origen que sean.

Y es ahora cuando pasamos del ecologismo al animalismo.

La base del movimiento ecologista es el “Movimiento Cultural Marxista”. Proviene de la Escuela de Frankfurt, fundada en ideas de Marx y de Freud, sosteniendo que cualquier doctrina debía someterse a la crítica, naciendo el concepto de “industria cultural”, o sea, la producción de la cultura con fines lucrativos.

El Marxismo Cultural se instala en todos los países occidentales que no han pasado por el Marxismo Económico. Es el movimiento de la “corrección política”. Así pues, los movimientos ecologistas son políticos, no científicos, que buscan vivir de la Naturaleza cobrando del erario público y legislando a su antojo para que solo ellos puedan disfrutar de la Naturaleza y no los demás mortales, a través del nombramiento de espacios protegidos, de santuarios naturales o con el nombramiento de “Patrimonio de la Humanidad”

Foto: Paisaje de Huebro © JMJ

El relato animalista victimiza a los animales y dibuja a un ser humano malvado y explotador. Volviendo a la raíz política del asunto, el animalismo es marxismo cultural y, como tal, propugna una beligerancia contra el ser humano y un victimismo de los animales. Establecen un conflicto entre el ser humano y el resto de las especies de la Tierra.

El movimiento especista se basa en el sentimiento de superioridad del ser humano respecto a las demás especies, abusando de ellas y explotando sus recursos para nuestro propio beneficio. Para los especistas todas las especies valen por igual. Ellos hablan de animales “no humanos”, hablan de bebés, no de cachorros, las hembras no se preñan, se embarazan y los animales no son cazados o capturados, son asesinados. La prostitución ideológica del lenguaje es tremenda y está muy bien diseñada para sus propósitos.

De manera que, cuando vestimos una camiseta de algodón, cuando calzamos unas botas de cuero, cuando comemos huevos, leche o miel, somos especistas. El especismo es la “discriminación” de los animales por considerarlos inferiores.

Entonces, si consumes productos derivados del animal, estás explotando al animal, aunque sea la miel. Y si haces eso, eres un “especista”, casi lo mismo que un “racista” de animales.

El animalismo y el ecologismo son como el agua y el aceite. Un conservacionista (verdadero ecologista) no puede beber de los postulados animalistas porque el conservacionista lo que busca es la preservación de los ecosistemas de nuestro planeta, pero tal como son, con vida y muerte. El animalista no busca eso: sufre cuando un depredador atrapa a una presa, estableciendo que existe dolor y en él pone el límite.

Vamos a un enfrentamiento social. La Sociedad está polarizada: el campo en un lado y la ciudad en otro. Y “ellos” hacen campaña en las ciudades con un manto ideológico de libertad, de altruismo y de buenos sentimientos. Hacen campañas mediáticas en los medios progresistas, hablando de los malos que son los zoos, los toros, la caza y el circo, y lo buena que es la dieta vegana y, al final, no consideran que, por ejemplo, tener un perro o mascota en un apartamento de unos 25m2 es maltrato, o que montar a caballo implica maltrato por el uso de las riendas y de las espuelas, o tener una pecera en tu casa confina a los animales en una pequeña cárcel.
Nada es lo que parece y para eso estamos aquí, para buscar la verdad objetiva de tantos “movimientos políticos” que irrumpen en nuestra Sociedad.

Carlos Vilalta

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