Encuentros en la playa: la inesperada rubia marina

Con el verano ya acompañándonos, las playas se convierten en el destino más ansiado y, más allá de evocar la arena y el mar, es la intención de este artículo recordar la vida vegetal que vive íntimamente ligada a ellas. La presencia y diversidad de plantas presentes depende del buen grado de conservación de sus arenales. Afortunadamente en el Parque contamos con ejemplos de ellos.

Entre todas las especies posibles, hemos seleccionado, por ser poco conocida, a la rubia marina (Crucianella marítima L.), una planta exclusiva del litoral y a la vez escasa en Almería.

La rubia marina pertenece a una familia no muy conocida, las rubiáceas. Es una mata perenne que, llegando a alcanzar portes de hasta 50 cm, con sus formas almohadilladas y compactas, resaltan en la arena. El color blanquecino de sus tallos contrasta con sus hojas verde azuladas, que se disponen según una curiosa forma imbricada a lo largo del tallo en verticilos de cuatro; su ápice agudo y su margen cartilaginoso blanquecino son muy característicos. 

Durante la floración, que se alarga desde la primavera hasta entrado el verano, la planta se cubre por completo de flores amarillo verdosas, hermafroditas y en forma de embudo coronado por cinco lóbulos que, agrupadas en espigas de hasta 50 mm, salpican toda la superficie de la planta. La intensa floración sin embargo queda acallada por el pequeño tamaño de sus flores, que no exceden los 13 mm.

Foto: Rubia marina © JB

Crece en las costas del mediterráneo occidental, ocupando los cordones dunares más o menos paralelos a la línea de costa, fijados y estables, en los que es posible un incipiente desarrollo del suelo, pero donde la evolución hacia una vegetación de mayor porte se ve impedida por el efecto del viento marino y la escasa materia orgánica del sustrato. Es la especie diagnóstica de la alianza vegetal que domina este ambiente, denominada en términos botánicos Crucianellion maritimae, y que además está recogida en la Directiva Hábitat, una directiva europea que identifica hábitats y especies de interés comunitario cuya conservación es necesaria, en este caso el hábitat 2210 Dunas fijas del litoral del Crucianellion maritimae.

La dureza del medio en el que se asienta, requiere del despliegue de toda una serie de adaptaciones. La disposición tan apretada de sus hojas y su forma semiesférica contribuye a conservar la humedad ambiental, sus flores tienen néctar y desprenden sustancias volátiles que atraen a los polinizadores y frente a niveles elevados de salinidad, sus semillas no germinan bien consiguiendo que las plántulas limiten su desarrollo a la franja arenosa más distante de la orilla.

Esta especie y su comunidad requieren para desarrollarse disponer de su propio espacio, en unas condiciones que frecuentemente en la costa mediterránea han sucumbido al hormigón de paseos marítimos, bajo los neumáticos de los vehículos, en su afán por acercarse a la orilla o entre las gradas de las máquinas limpia-playas. Afortunadamente, la protección que se otorgó a la franja litoral arenosa entre Torregarcía y Cabo de Gata nos permite disfrutar hoy de magníficos ejemplares de rubia marina. Ellas, junto con azucenas de la virgen (Pancratium maritimum), zaguas (Teucrium dunense), pegamoscas (Ononis ramosissima) y otras especies nos recuerdan que las playas son y deberían ser también espacios para sus plantas.

Jardín Botánico El Albardinal
Consejería de Agricultura, Ganadería,
Pesca y Desarrollo Sostenible

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