Viaje literario por el Parque

Una mirada primigenia sobre el Cabo de Gata, Francisco Villaespesa (Laujar de Andarax, 1877 – Madrid, 1936), ut pictura poesis.

Nos sorprende este poema porque revela el gusto modernista por el paisaje. Se trata de una estampa pictórica a cerca de un enclave geográfico al alcance de una visión impresionista observada y sentida por el poeta.

Cabo de Gata

Envuelto entre blancas nubes
que agita y mece la brisa,
Cabo de Gata, en las olas
su altiva mole desliza…
¡Y desde alta mar semeja
colosal galera antigua,
que desplegadas las velas
al África se encamina!

Foto: Cerca del Arrecife de Las Sirenas © OM

Una octavilla (8 versos de arte menor, octosílabos), resuelto en dos redondillas de rima asonante, de factura popular que destaca por la imagen pictórica en la primera estrofa y por la ideación profética en la segunda. Además de su habilidad versificadora como demuestran sus Cantares.

Si alguien ha estudiado la vida y la obra durante el siglo XXI del poeta de Laujar ha sido nuestro amigo, poeta, crítico literario, profesor y recién fallecido, José Andújar. Coordinó un volumen de estudios, una exposición y editó una colección de poesías titulada Thule en la afamada editorial Renacimiento. Gracias a sus estudios la figura de Villaespesa ha ganado en prestigio por la original vida y la abundante obra.

En la primera estrofa se destacan ciertos valores visuales del Cabo: blancas nubes, mecidas por la brisa (de levante), las olas golpeando insistentes contra la mole de rocas, una punta de lanza parece el Cabo. Roca que se desliza [¿a dónde?] (la cabellera del durmiente que se adentra en el mar, afortunada metáfora de J.A. Valente) y aire y humedad.

Foto: Arrecife de Las Sirenas © OM

Los verbos dotan de dinamismo al cuadro: agita, mece, desliza que imprimen dulzura y suavidad al ritmo de la rima, mientras que la brisa, las nubes y las olas acompañan la melodía de la orquesta.

La respuesta a la pregunta entre corchetes la encontramos en la segunda estrofa. La perspectiva ha cambiado: el poeta mira desde alta mar y la percepción descrita es opuesta; mediante una breve alegoría el cabo es una “galera antigua” y colosal que con velas desplegadas [las nubes blancas] se encamina hacia un futuro proyectado a otro continente: África.

Esta dualidad contiene a su vez un doble significado: por un lado un sentimiento tradicional representado en esas galeras renacentistas del imperio (quizás recordaría la batalla de Lepanto), pero por otro el sentido profético del hermanamiento entre dos continentes, cuya mano tendida simboliza el Cabo “colosal” y su Arrecife de las Sirenas que invitan al encuentro y al deseo. Doble perspectiva ya presente en la mirada del poeta: desde tierra y sus orillas (el perfil del durmiente) y desde alta mar (galera antigua). Así resuelve su estampa según una dialéctica tierra y mar, apropiada al motivo objeto de su admiración: Cabo de Gata.

Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque

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