Los nombres almerienses de nuestras aves
Si se nos pregunta cuántas aves diferentes vemos en nuestro entorno, la mayor parte diríamos que gorriones, palomas y unos pájaros negros… En realidad, no es así, bajo la nomenclatura de gorriones, por ejemplo, además de estos solemos incluir otros muchos de tamaño, semejante como petirrojos, currucas, mosquiteros, papamoscas, herrerillos y afines. Esto revela, en parte, lo poco que observamos el entorno natural. El problema está en que aquello cuyo nombre ignoramos no existe para nosotros. Sociedades que tradicionalmente han vivido más en contacto con la naturaleza son capaces de discernir una mayor variedad de seres vivos. En el caso de las aves, aun ignorando sus nombres científicos o comunes, les han puesto nombres vernáculos atendiendo a alguna de sus características percibida por nuestros sentidos, como la vista, el olfato, el tacto, el oído o el gusto. El recoger en Almería estos nombres populares (ornitónimos) es el objeto de este libro publicado recientemente en la editorial Tundra, con el subtítulo “Diccionario etimológico ilustrado de los ornitónimos vernáculos en Almería”, escrito por Mariano Paracuellos, doctor en Ciencias Biológicas e investigador, e ilustrado principalmente con fotografías de José Rivera, doctor en Humanidades, fundador del Grupo Ecologista Mediterráneo y con una larga trayectoria como fotógrafo de aves.
Nos acercamos a la obra con interés pues, aunque técnica, es muy agradable de ver y de fácil lectura. Elaborada a partir de la aportación de más de 400 informantes de la provincia, este conocimiento es esencialmente de transmisión oral y recoge casi 1.000 denominaciones usadas tradicionalmente en nuestra provincia para identificar, ayudados por una gran variedad de fotografías, a más de 200 especies de nuestras aves.

Foto: Herrerillo capuchino: carbonerillo © José Rivera Menéndez
Al margen de la nomenclatura científica u oficial en castellano, desde siempre se han utilizado nombres locales para las aves que son propios de distintos lugares. Además, estas diversas nomenclaturas documentan distintos aspectos acerca de la biología, ecología y relación con el ser humano de las aves a las que aluden. A pesar de tal variedad de vocabulario, no existía un listado público acerca de la terminología con la que tradicionalmente se han nombrado a las aves de la provincia de Almería que rescatase la diversidad cultural que lo albergara.
La obra se organiza según listado alfabético tanto de los ornitónimos populares como de las especies, acompañados por las denominaciones oficiales en castellano y científicas. Tras los nombres se registran las motivaciones e interpretaciones etimológicas de los vernáculos, según aludan a algún aspecto morfológico (plumaje, color, anatomía o apariencia), etológico (pauta de conducta o tipo de hábitat), sonoro (onomatopéyico, elocutivo, canto, reclamo o ruido emitido), gustativo u oloroso.
También se recogen frases, refranes, dichos y poesías, como este, recogido en Chirivel:
Apártate, que tiznas,
le dice la graja al cuervo.
En otras ocasiones también ha sucedido que muchos de los nombres vernáculos se han adoptado para denominar lugares cotidianos, calles, negocios, accidentes geográficos o enclaves (rellana del Gavilán, en la comarca del Bajo Andarax-Níjar, es un ejemplo).
Puede apreciarse en este libro una enorme riqueza lingüística asociada a las distintas especies de aves, aunque veremos que no se distribuyen por igual entre las especies registradas, encontrándose, por ejemplo, 90 vocablos para el petirrojo europeo mientras ningún nombre local para la alondra ricotí, quizá por la abundancia y docilidad del primero, así como por la escasez y carácter huidizo de la última.
ha encontrado un número superior de especies nombradas en relación con las comarcas de interior, probablemente relacionado con las diferencias ecológicas entre ambos tipos de territorio. Y es que, en las litorales, además de existir los ambientes propios continentales (montañosos, agrícolas o estepas), aparecen aquellos exclusivamente de costa relacionados con humedales, playas o medio marino. A pesar de ello, en las comarcas de interior se ha encontrado un mayor número de ornitónimos vernáculos que en las litorales. Este es un interesante hecho que debe encontrarse relacionado con la incomunicación cultural que, a lo largo de la historia, ha persistido en esas zonas más inaccesibles al contacto entre comunidades.

Portada del libro
Podremos conocer también, a través del libro, nombres que “migran” como las aves, los cuales compartimos con otras regiones y provincias e, incluso, continentes, y conocer algo más sobre la antigüedad o modernidad de algunas de estas locuciones.
En el diccionario ilustrado, además, se destaca la importancia de este glosario local para la sociedad en su conjunto, que refleja la idiosincrasia almeriense. El mismo que, de no haberse rescatado, se hubiera perdido progresivamente para las generaciones venideras, pues la globalización en que nos encontramos sumidos erosiona las distintas formas de acervo popular.
Para la confección del catálogo de ornitónimos locales, los autores han recorrido todas las comarcas de Almería, fotografiando y preguntando por los nombres que sus habitantes han atribuido a las aves. Prácticamente la mayoría de los entrevistados y entrevistadas han acabado por expresar la misma y categórica exhortación: “ya no hay la misma cantidad y variedad de aves que antes”. La percepción colectiva de los almerienses, tanto del ámbito urbano como rural, parece indicar la preocupante realidad del declive ornitológico existente a escala global. Según BirdLife International, las poblaciones del 49% de las especies de aves en la Tierra padecen un declive por culpa, principalmente, del hombre. Prueba de la merma de las aves a escala planetaria, son las pérdidas cada vez mas de sus efectivos en Almería, poco a poco más degradada, descolorida y silenciosa. El Poniente Almeriense, uno de los lugares más transformados del mundo, ha sido engullido por los plásticos de los invernaderos. Los olivares intensivos y las plantas de energías renovables están reduciendo a su mínima expresión las últimas estepas. Los almendrales, campos de cítricos y otros regadíos, están destruyendo los paisajes tradicionales. Estos son solo algunos ejemplos de una tierra donde se agotan los acuíferos que sustentan los ecosistemas. En su interior se secan los ríos y fuentes mientras que en el litoral la densificación de infraestructuras, la masificación y la sobreexplotación de recursos erosionan la costa y estrangulan cualquier atisbo de vida.

Foto: Abejaruco europeo: abejoruo, uvero, vendejo © José Rivera Menéndez

Foto: Collalba negra: Aliblanca, rebiblanca, monjita © José Rivera Menéndez
A todo ello hay que añadir el aumento del nivel del mar, el incremento de eventos climáticos extremos y la aridificación provocada por el calentamiento del planeta a escala global, eventos planetarios a los que Almería no es ajena. Las aves no entran en los planes de desarrollo de nuestra voraz economía, siendo verdaderos sensores ecológicos de las alteraciones medioambientales de los lugares donde habitan. Su hogar es, en definitiva, el nuestro.
Algo deberíamos aprender del declive de las aves, pues indica la precaria salud del medio natural en el que vivimos. Esta es una de las razones de ser de este libro. El lema “conocer para conservar” debería constituirse como un referente en el terreno medioambiental pues, en definitiva, no se puede preservar la naturaleza que se desconoce. Si ayudamos a que no se pierda el conocimiento de las gentes acerca de las aves que alguna vez poblaron nuestro territorio mediante el rescate de la terminología oral para denominarlas, estaremos ayudando a que no se diluya el interés por su preservación.
Amigos del Parque
La obra puede adquirirse a través de la web de Tundra https://www.tundraediciones.es, con gastos de envío gratuitos.
En diversas librerías de Almería: Picasso, El Faro de Recóndito, Bibabuk, Zebras, etc.
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