Vida natural

Microplásticos, una pandemia silenciosa

En mis tiempos de universidad, y de eso ya… un amigo, estudiante de Ciencias Químicas, afirmaba que el fin del mundo consistirá en que moriremos ahogados en plástico. Eran los tiempos de aquel mundo ideal en el que el plástico serviría para proteger el planeta, ya que las bolsas eran de papel, que viene de la madera, un recurso natural que propiciaba la deforestación. Más de medio siglo después parece que la profecía apocalíptica de aquel joven, consciente ya de la dificultad de la degradación del plástico, tiene visos de acercarse a la realidad. Poco después, en 1972, el divulgador ambientalista Félix Rodríguez de la Fuente vaticinaba la era de la civilización de la basura, que, según él, se iba a manifestar “en forma de coches viejos que se hacinan y se amontonan en los cementerios, en bolsas de plástico y de esos famosos envases sin retorno que van a llenar España y el mundo entero…” “Pero también -continuaba – basura en forma de venenos disueltos en la propia sangre de los seres vivos que se van acumulando en nuestras vísceras”.
Los seres humanos hemos producido más de 9.000 millones de toneladas métricas de plástico desde 1950, cuyo difícil reciclaje y su baja capacidad de degradación tienen como consecuencia una acumulación de éstos en el medio ambiente. Estamos en la era del plástico.
Los plásticos no desaparecen del medio ambiente, con el tiempo se pueden ver sometidos a erosión física y química, degradándose en fragmentos más pequeños, los microplásticos y nanoplásticos. Se consideran microplásticos todas las partículas de polímeros sintéticos inferiores a cinco milímetros que son insolubles y resistentes a la degradación, muchas de ellas imperceptibles, solo se detectan con microscopios electrónicos. También hay microplásticos primarios que son producidos tal cual, por ejemplo, los que se elaboran en forma de microesferas en el sector cosmético (en la formulación de exfoliantes, pasta de dientes, etc.), o bien como materia prima para la producción de plásticos.
No todos los plásticos se reciclan, algunos debido a los ingredientes añadidos que hacen que el reciclaje sea muy costoso, otros por su pequeño tamaño que hace imposible la recogida o están en lugares de difícil acceso y otros, sencillamente, por una mala gestión en la recogida y transporte o porque no sea rentable; en definitiva, muchos se queman o terminan en un vertedero contaminando el aire, el suelo, los acuíferos, las aguas superficiales y los mares y océanos y, en última instancia, son ingeridos por los seres vivos. Sus daños no solo se deben a sus propios materiales sino también a la presencia de los numerosos aditivos que suelen añadirse en el proceso de fabricación. Una de las características de los microplásticos es la capacidad que tienen de adsorber* contaminantes presentes en el medio ambiente, que, al final pasan a los seres vivo entrando en la cadena alimentaria. Esa capacidad aumenta conforme los microplásticos se degradan en piezas más pequeñas, aumentando por tanto su toxicidad.

Efectos en el cuerpo humano
Según Julio Barea, geólogo de Greenpeace, por culpa de la ingente cantidad de microplásticos que se desechan al día “estamos contaminando todos los sistemas del planeta y nos estamos contaminando a nosotros mismos”, provocando una “pandemia silenciosa”. “Los estudios dicen que a la semana, el ser humano está ingiriendo 5 gramos de plástico y especialmente microplásticos, lo que supondría al año un cuarto de kilo”1.

Foto: Plásticos en el mar. Playa del Bergantín © JMJH

El plástico es un cuerpo extraño y como tal puede desencadenar una reacción inmunitaria, además de aportar tóxicos al organismo. Los microplásticos pueden entrar en el cuerpo humano por varias vías: Por inhalación en los procesos de extracción y transporte, refinación y fabricación, gestión de residuos, en los productos de consumo y empaquetado y sobre todo en el interior de las viviendas por la presencia de diversas fuentes, como alfombras, textiles, productos electrónicos y polvo. Por ingestión oral, que es la principal fuente de exposición, de aire, cenizas y escoria, agua y alimentos, accidental o por contacto con la piel.
Una vez en nuestro cuerpo, los microplásticos pueden atravesar diferentes barreras biológicas y aparecer en los ganglios linfáticos, hígado, bazo y en el tejido pulmonar y tienen un impacto nocivo en la microbiota intestinal, lo cual promueve funciones metabólicas perturbadas y un entorno intestinal inflamatorio, así como efectos sistémicos, de los cuales las consecuencias a largo plazo aún no están claras. Algunas bacterias patógenas se pueden fijar en los microplásticos y causar enfermedades en caso de ingestión o exposición de los mismos.
Todavía no se conocen con precisión muchos de los efectos y riesgos sobre la salud humana de los microplásticos a largo plazo, pero no se descartan cáncer, toxicidad neurológica y reproductiva, bajo peso al nacer, irritación de ojos y piel, diabetes, toxicidad para el desarrollo y otras. Los científicos destacan la necesidad de investigar más las conexiones entre los microplásticos y la salud humana, no obstante, es necesario adoptar el principio de precaución y reducir su ingesta, lo que pasa necesariamente por reducir drásticamente la presencia de plásticos en la vida humana.

Qué podemos hacer.
Cada vez hay más iniciativas para frenar el consumo excesivo y superfluo de ciertos tipos de plásticos: objetos fabricados con plástico reutilizado, regulación de forma cada vez más restrictiva de los plásticos de un solo uso, iniciativas de limpieza y recogida de residuos de plástico, prohibición de algunos productos, como la purpurina 1. Se está ensayando un prototipo de hongo que se alimenta de plásticos y se buscan materiales alternativos como los bioplásticos, polímeros que se preparan a partir de fuentes renovables, y también plásticos producidos por microorganismos; también se incluyen los aceites vegetales que se pueden convertir en distintos materiales con diferentes propiedades, como el aceite de ricino u otros productos vegetales, como el maíz.
No es fácil poner fin al desarrollo del plástico porque éste es un producto de la industria del petróleo y del gas y en tiempos en que se está reduciendo la utilización de combustible fósiles, esta industria tiene que hacer algo para seguir enriqueciéndose, pero sí que podemos, a nivel usuario, disminuir la exposición, reduciendo la adquisición y uso de plásticos en la medida de lo posible mediante la aplicación de la conocida fórmula de las tres R:
Reducir: Añadamos otra R, la de rechazar todo tipo de plástico superfluo, por ejemplo, no adquiriendo esos productos envasados innecesariamente, como ciertas frutas y hortalizas envueltas con una capa de plástico sobre su envoltorio natural, cada vez más abundantes, casualmente desde que se está reduciendo el uso de combustibles fósiles. O aquellas que, con apenas unos minutos de microondas en la misma bolsa de plástico en la que se compran, quedan listos para comer y que investigadores de la universidad de Almería demuestran el traspaso de plástico a la patata cuando se cocina así. Optar por los envoltorios de papel cuando sea imprescindible o por las bolsas reciclables, bien proporcionadas por los comercios o llevadas a ellos por el propio consumidor y otras muchas medidas para reducir el uso de plásticos sin demasiado trabajo2.
Reutilizar: Aprovechar al máximo cada objeto, incluyendo que antes de tirar algo y comprar uno nuevo, mirar si se puede reparar, con lo cual se puede alargar la vida de todo tipo de productos y objetos cotidianos. Reutilizar los envases, el mejor envase es el que no existe, pero cuando es imprescindible hay que tener en cuenta que todos tienen su impacto medioambiental, así cuanto más tiempo duren son más rentables: mejor la botella de vidrio que la de plástico, la fiambrera que el “tupper”, etc.
Y cuando se deterioren sin remedio, recurrir a la tercera R, la de reciclar en el contenedor adecuado y de la forma más pertinente porque algunos objetos de plástico están unidos a otros componentes, como papel, cartón, aluminio… y en la medida de lo posible conviene separarlos para facilitar su reciclaje y evitar que acaben en vertederos. Nunca echar mano de la T de tirar.
Quizás no se acabe el mundo por culpa de los plásticos, pero vivir entre ellos no es vida natural y hay que evitarlos en lo posible.

Juan Manuel Jerez

Notas
* Adsorción es el proceso por el que un fluido se disuelve en un líquido o en un sólido, en la adsorción las partículas de una sustancia se adhieren a la superficie del material. En este caso, quiero decir que los microplásticos pueden llevar en su superficies sustancias que se pueden desprender dentro del organismo humano.
1. https://www.huffingtonpost.es/life/una-navidad-brilli-brilli-claves-normativa-prohibe-purpurina.html
2. Véase, por ejemplo: https://es.greenpeace.org/es/trabajamos-en/consumismo/plasticos/guia-reduccion-plasticos/

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