Salaos, resilientes en tiempo de sequía

La prolongada sequía que está padeciendo el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar desafía a la capacidad de supervivencia de las plantas, cuyas estrategias combinadas para hacerle frente parecen no ser suficientes, alcanzando puntos de no retorno.
En este escenario tan adverso, algunas especies destacan por su resiliencia y nos invitan a estudiarlas y conocer sus potencialidades de uso en un futuro adverso. Los motivos que nos conducen a profundizar en el conocimiento de las plantas y los ámbitos de estudio se amplían conforme el cambio global nos empuja a territorios desconocidos.
Con más de 1000 especies vegetales, Cabo de Gata constituye un laboratorio donde estos cambios se apreciarán antes que en otras áreas y donde diferentes especies pueden cobrar un inesperado protagonismo. Una de éstas podría ser Atriplex halimus, la orgaza, armuelle o salao como se la nombra en Almería, gran conocida del ámbito rural.

Foto: Salao (Atriplex halimus) © JBA

Foto: Salao (Atriplex halimus) © JBA

El salao pertenece a la familia de las Amarantáceas, que incluye a la acelga, la remolacha y otros géneros silvestres como Salsola. Es un arbusto de hasta 2 metros, perenne, leñoso e intrincado de corteza grisácea y hojas de ovadas a elípticas con un corto pecíolo, algo carnosas, y de tonos plateados. De floración estival y otoñal, utiliza el viento para su polinización y dispersión, y por ello florece y fructifica de forma discreta con pequeñas flores muy pequeñas y un fruto ovoide ligero, con la semilla recubierta de dos valvas.
Crece silvestre en toda la cuenca mediterránea y en la Macaronesia y gusta de suelos ricos en sales y materia orgánica, margosos, limosos, a veces húmedos, siendo más habituales en ambientes litorales aunque puede crecer hasta altitudes de 1000 m. Su preferencia por ambientes marginales y suelos agrícolas abandonados y su aspecto desaliñado y poco llamativo nos ha llevado a subestimarla.

Foto: Salao (Atriplex halimus) © JBA

Foto: Salao (Atriplex halimus) © JBA

Es tremendamente resistente a la sequía, sus raíces pueden alcanzar profundidades que multiplican por 8 la altura de la parte aérea y puede defoliarse en situaciones extremas. Su metabolismo fotosintético es de tipo C4, lo que significa que puede realizar la fotosíntesis de manera más eficiente en condiciones de alta temperatura y con menor cantidad de agua, otorgándole ventajas sobre otras plantas en ambientes secos.
Es palatable para el ganado y con la adecuada gestión del ramoneo supone una buen planta forrajera, que se puede cultivar con tal fin. Sus hojas han sido consumidas por las personas, crudas o en salmuera: su nombre popular, salao, pudiera originarse por el sabor salado de sus hojas, originado por la sal que se deposita en la superficie foliar procedente de su acumulación en vacuolas superficiales.
Utilizada desde época árabe en la formación de setos, puede emplearse además en proyectos de paisajismo sostenible, restauración o fitorremediación por su capacidad de acumular y retirar del suelo sustancias contaminantes. Protege el suelo y ofrece refugio a fauna diversa, incluso a presas alternativas para los parasitoides de huevos de Tuta absoluta, aconsejando su uso en estrategias de control biológico por conservación en invernaderos.
En 2015 se detectó en la península Ibérica una plaga procedente de Norteamérica, el escarabajo Monoxia obesula: Las larvas de este insecto se comportan como minadoras de Atriplex halimus y provocan la defoliación de los salaos, incluso llevando a las plantas a la muerte.
Aun hay mucho que descubrir sobre el mundo vegetal. Profundizar en el conocimiento de estas especies resilientes puede cambiar nuestra perspectiva sobre ellas, revelando su importancia como recursos valiosos en un entorno en constante cambio.

Jardín Botánico El Albardinal
Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul

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