Vida natural

Lo que podríamos aprender de la pandemia

Tras 16 meses, en este verano de las vacunas, la pandemia no ha terminado, a pesar de la evidente disminución de las infecciones. Hay virus, la gente se sigue contagiando, la gente se sigue muriendo, en menos cantidad, pero son una llamada de atención: aún es pronto para la barra libre y la vuelta a la normalidad absoluta. 

El cansancio tras más de un año de restricciones ha producido un inmenso deseo de usufructuar a lo grande la libertad recuperada, lo que augura en nuestro Parque un aumento de la ya tradicional masificación y que a los problemas de siempre se pueda sumar un deterioro de la salud pública, si no se actúa con responsabilidad. En nuestra mano está conseguir que no se detenga la desescalada.

Es verdad que las vacunas funcionan, ¿motivo para ser optimista? pues sí, pero no para hacer de nuestra capa un sayo y saltarnos las medidas. Aunque la inmunidad generada por la vacunación o por el propio cuerpo previene el contagio y el padecimiento de las secuelas más graves de la COVID, existen inmunizados que se infectan y pueden ser un foco de dispersión del virus, aunque muestren una sintomatología leve o ninguna (1). Nos guste o no, no nos queda otra que seguir con las precauciones, al menos hasta que se desarrollen las vacunas esterilizantes que harán que las personas vacunadas ni enfermen ni se contagien ni transmitan el virus. Se está trabajando en ello.

Foto: El verano de las vacunas © Javier García

Toca analizar lo que esta situación nos ha podido enseñar.

Lo primero que hemos aprendido es la importancia de un sistema sanitario público de calidad y que los recortes salen muy caros. La pandemia nos ha sorprendido con el sistema bajo mínimos por los recortes y las privatizaciones, funcionando a medias y gracias al esfuerzo y a la dedicación de los profesionales, no de los gestores. Y si ha sido insuficiente para la atención cotidiana, no digamos para afrontar situaciones excepcionales de necesidades muy superiores a las ordinarias que, aunque inesperadas hay que esperarlas y tener margen para su adecuada gestión. Consolidar la red de centros de atención primaria y especializada y mejorar la situación laboral de los profesionales de la salud es imprescindible para ofrecer una asistencia de calidad y estar mejor preparados para el futuro. Nos toca exigir mejorar el sistema sanitario y luchar por conseguirlo.

Tenemos que aprender a ser más respetuosos con la Naturaleza, porque, aunque quizás nunca lleguemos a conocer el origen real del SARS-CoV-2, no hay duda de que la raíz del problema está en las alteraciones que hemos realizado en la biodiversidad y en el entorno y que han favorecido el traspaso de patógenos hacia las personas.

Aun cuando esto pase, que pasará, debe ser evitada cualquier acción que contribuya al cambio climático. Y en eso queda mucho por hacer. Evitar las zoonosis limitando el contacto con animales salvajes o asilvestrados y prescindir de mascotas “exóticas” que entran en nuestro país de forma clandestina, incluso andar con cuidado con los animales domésticos que pudieran haber estado en contacto con los asilvestrados o ingerir sus heces y transmitirnos patógenos cuando los acariciamos o nos lamen.

Evitar las actividades de masas, los lugares confinados, contaminados, masificados y poco ventilados. No fumar en los espacios públicos y procurar no respirar el humo de quienes lo hacen. En lugares cerrados fijarse si hay medidores de CO2 y, si no están en los valores adecuados (entre los 500 y 700 ppm), llamar la atención a los responsables o, sencillamente, no entrar. 

Foto: En todo caso, sonriamos © Saray Hernández

Hemos aprendido unas rutinas, por imperativo legal, que no debiéramos abandonar, pues se ha comprobando que han disminuido otras muchas enfermedades infecciosas, como patologías respiratorias, gastroenteritis, etc. Es conveniente seguir con el lavado frecuente de manos, preferentemente con agua y jabón. También, sin miedo ni aspavientos, evitar en lo posible tocar objetos de “acceso público” como barandas, pomos, etc. Y siempre aprender a no llevarse las manos a la cara, ojos, nariz y boca.

Pueden quedarse entre nosotros las soluciones hidroalcohólicas sobre todo para cuando es difícil el acceso al agua y jabón y al secado. Es mejor utilizar soluciones antisépticas, lo cual se comprueba buscando en la etiqueta el número de registro de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) o mirando los códigos de normalización UN.

Sin prescindir de besos y abrazos, que tienen que volver sobre todo los sinceros, conviene seguir manteniendo la distancia física interpersonal siempre que sea posible. Y, muy recomendable, seguir con la costumbre de toser y estornudar cubriéndose boca y nariz con un pañuelo desechable o bien utilizar la parte superior de la manga.

Foto: Códigos a comprobar en el ge hidroalcoholico © JMJH

Procurar realizar actividades al aire libre y tener las ventanas abiertas siempre que sea posible.

Generalizar el uso de la mascarilla sin ser obligatoria sería excesivo, si bien la pandemia nos ha acostumbrado a no ver como bichos raros a quienes las llevan por la calle, como los pacientes crónicos o inmunodeprimidos, las personas con alergia al polen o a otras partículas o los turistas chinos y japoneses, en cuyas sociedades el uso de la mascarilla está normalizado como símbolo de respeto hacia los demás. Deberíamos llevarla siempre que estemos resfriados o padezcamos gripe u otras enfermedades respiratorias contagiosas, sobre todo en lugares concurridos como el transporte público o en el trabajo. También los manipuladores de alimentos para evitar diseminar con ellos sus propias gotitas.

También hemos aprendido que no se puede basar todo el tejido productivo en el turismo y la hostelería; esta pandemia ha mostrado lo frágil que es y el daño que le hacen éstas y otras circunstancias similares. Es necesario diseñar otros medios de producción que, además, contribuyan a la desestacionalización de la economía en la zona.

Extraigamos de esta desgracia enseñanzas que nos lleven a una vida más sana y a una sociedad más sana. En todo caso, sonriamos y sigamos siendo responsables, un poquito más por favor.

1. www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(21)00675-9/fulltext

Juan Manuel Jerez
Secretario de la Asociación Amigos del Parque

Foto: Importancia de un sistema sanitario público de calidad © Javier García

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