Viaje literario por el Parque
Julio Le Parc: poesía y geometría
El afamado pintor franco-español-argentino Julio Le Parc (1928), relacionado estrechamente con Carboneras desde 1966, ha publicado un libro de poemas ilustrado que, si bien adopta la poesía como hilo conductor, se acompaña de bellas reproducciones de sus obras gráficas. El libro se titula Petite bifurcation de celui qui n’est pas (Pequeña bifurcación de quien no es).
Este poemario bilingüe, escrito en francés y traducido al castellano por Olivier Salon y Eduardo Berti, viene acompañado con 12 reproducciones de litografías suyas a color de la serie «Alchimie», creadas entre 2014 y 2017. Intercaladas, entre cada una de ellas, se encuentran cuatro poemas, de este modo el número cinco corresponde a una ilustración, esta representa generalmente un círculo, aunque se encuentran líneas, cuadrados y triángulos.
Para quienes aún desconozcan quién es Julio Le Parc, les voy a trazar una breve biografía que nos ayude a entender su personalidad multinacional e internacional. Su diferencia de ser ahí.
Nacido en Palmira, localidad de la región de Mendoza en Argentina, se forma en la escuela de Bellas Artes de Buenos Aires y obtiene una beca para estudiar en París durante el año 1958. Desde allí contrae matrimonio con su esposa Martha y en pocos años nacen sus tres hijos Juan, Gabriel y Yamil. Los comienzos como artista resultaban inciertos pero acaba por reunirse con un grupo de pintores como Jesús Rafael Soto de Venezuela que evolucionaba de la experimentación al informalismo o el escultor Francisco Sobrino Saura, recepcionados por galeristas como la de Denise René; fundan el Grupo de Investigación de Artes Visuales (GRAV) y pronto exhiben sus trabajos en galerías de la rue des Beaux Arts. Estas exposiciones les conducen en 1963 a la Bienal de París, que puso a la disposición del grupo todo el hall de la entrada para exhibir sus obras. Años después se integran en el centro cultural George Pompidou.
Sin duda el apoyo del artista húngaro Víctor Vasarely y los trabajos de Morellet dieron un impulso al arte cinético donde la geometría está al servicio del movimiento y resulta fundamental considerar la mirada del espectador. Del Op Art (arte óptico) a la permanente búsqueda y experimentación de formas, colores, movimiento, ritmo.
En la Bienal de Venecia de 1966, Julio obtiene el Gran Premio Internacional y el gobierno de Francia le otorga el nombramiento de Caballero de la Legión de Artes y Letras.
Antes y después se han ido sucediendo exposiciones personales en Buenos Aires, Uruguay, Caracas, Alemania y Nueva York.
En mayo del 1968 participa discretamente en la confección de carteles que reproducían consignas revolucionarias. De este hecho y ante el endurecimiento de la represión, deberá exiliarse a Bélgica con su amigo y artista italiano Hugo Demarco y recorren durante unos meses Alemania e Italia hasta desembarcar en Barcelona. Poco tiempo después y ante la presión social, el gobierno les permitió regresar a Francia.
Finalmente, Julio desde el año 1966 construye su casa de verano en Carboneras y esta población, sus vecinos, la luz declinante y la vida austera de una aldea de pescadores que empieza a despertar al turismo, será su lugar de querencias y a ella vuelve cada año como una golondrina al nido arrullador y cálido de los veranos impagables de mar, creación, lectura, familia y amigos.
Foto: Portada libro
Aquí encuentra Le Parc el refugio y la paz necesarios para meditar, detener la mirada, pensar y pintar. También, sin duda, escribir. Y ahora corresponde ocuparnos del poemario Petite bifurcation…. Título que evoca Les petites poèmes en prose de Baudelaire, pero más diminutos, en verso y en singular. Bifurcación: dos opciones en un cruce de caminos artísticos que dialogan – dibujo y poesía-. No es una encrucijada, sino un giro que convoca una armónica relación.
Los poemas se organizan en estrofas por lo general de pocos versos que alcanzan, debidos a su “pequeñez”, la calificación de aforismos líricos o haikus:
Caminaba por el filo
de la música
cuando la música
terminó sintió que
caminaba sobre un hilo
Las paradojas, los juegos de palabras, la sencilla elección del vocabulario esencial representan distintos movimientos del pensamiento que se expanden en círculos hasta encontrar el sentido. Si las preguntas resultan necesarias, más aún lo es su correcta respuesta. Mediante este juego, el artista ha escogido otra forma, la poética, y de ella espera la solución:
¿para qué más
que una despedida?
el eco ya no es eco
cuando se achica queda solamente el eco imaginado
la despedida multiplicada se pierde en la sucesión que disminuye
queda solo el eco de aquello.
También expresan la ironía y el humor ante la fugacidad del tiempo, la intertextualidad irónica con el poemario de Neruda («estaba tan desesperado/ que no pudo escribir/ la canción desesperada»), hasta la angustia serena sobre las grandes preguntas del ser humano: ¿quién fui y ahora soy? ¿hacia dónde? ¿por qué y cómo he llegado a ser lo que soy? La sencilla respuesta nos la ofrece desde la sonrisa amable y el orgullo de la vida cumplida, la asunción del presente sin mala conciencia, alimentados, eso sí, por una ética de lucha, entrega, pasión y sabiduría a la expresión plástica y, ahora, lírica.
Los poemas indagan, reflexionan, se presentan como meta-poemas que se plantean el acto de la escritura, evocan la melodía del tango («nunca me quiso tanto/ tal como yo no lo hubiera/ querido»), el homenaje a la geometría: («la línea es un tubo/ dibuja un cilindro») que recuerda la pasión de Rafael Soto por el círculo, pero también admira la línea («una línea más otra más otra»).
Para concluir reproducimos un fragmento del poema más extenso (21 versos), porque se da la circunstancia emocional de que, el día de la presentación del poemario en París, fue interpretado y cantado por sus nietas Alma e Imán, auspiciadas por esa esplendorosa artista que es Laura Buenrostro, su madre, maestra e intérprete de ópera y canto. Además el poema rinde un sutil homenaje al sol de Andalucía, al levante y la bahía de Carboneras.
ella…
ella volvió una noche
[…]
¿dónde?
en el canastito de Caperucita roja
y también en la delicada sonrisa de una boquita comunicativa
allí había otro sol sin sombra en un desplazamiento a otro
sol que se multiplica…
[…]
¿cuántos asomos de sol?
¿cuántas puestas de sol?
el tiempo recuperado
bonjour la nuit
Aquí Julio meditó, como ya hemos señalado, pero también ocupó su tiempo en trabajar en su taller. Un artista sin taller no existe y Julio Le Parc tiene la suerte de haber fundado dos talleres-refugios creativos: uno, nada más y nada menos, en París y otro en Carboneras (Almería). Desde ellos experimenta, ensaya, piensa y produce.
Gracias al trabajo de difusión realizado con el inestimable empuje de Yamil Le Parc, su obra se expande entre continentes. Establece un diálogo abisal entre fuerzas telúricas que atrapan al espectador según una lógica que integra mirada, movimiento, forma y color. El círculo se cierra, pero también se abre. En esa apertura del ser en su órbita está la esencia de la creación, como decía Heidegger, poetizar y pensar. Este poemario representa ambas cosas, una búsqueda que nos invita al silencio tras la música, a la experimentación solitaria en movimiento solidario y apela a un espectador crítico y sensitivo. El color es tan real como la vida y se mueve. El ojo del otro y el cerebro del uno al servicio del arte ingenioso e inteligente.
Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque