Viaje literario por el Parque
Rafael Alberti (1902-1999), Almería, marzo y abril de 1926
Llevándome un montón de canciones y uno de los recuerdos más dichosos de mi juventud.
En este año habitó en Almería (C/ Zaragoza, nº 16) acogido por su hermana y cuñado, durante dos meses. Fruto de esta estancia nacen muchos poemas del libro El alba del alhelí (1925-1926), inspirados y escritos en la bahía de Almería. La creación popular, la visión pictórica del paisaje, la derrota desde Cabo de Gata a Cartagena se evocan y cantan en toda esta serie de poemas. Es indudable la influencia y el éxito del Premio Nacional concedido a Marinero en tierra un año antes. Ahora escribe el poeta:
Barco carbonero,
negro el marinero.
Negra, en el viento, la vela,
negra, por el mar, la estela.
¡Qué negro su navegar!
La sirena no le quiere.
El pez espada le hiere…
¡Negra su vida en la mar!
El libro está formado por tres secciones: el blanco alhelí, el negro alhelí y el verde alhelí. Las dos primeras escritas e inspiradas en Rute (Córdoba), la tercera bajo la experiencia del mar de Almería. La obra se incluye en la tendencia neopopularista, no neopopulista, que rinde homenaje a la lírica tradicional oral y contenido de inspiración popular andaluza. Alberti viene de Rute, descansa en Málaga (visita a E. Prados y M. Altolaguirre) y recala en Almería. En el libro de memorias La arboleda perdida (libros 1 y 2, 1902-1931) detalla el poeta este viaje de la siguiente manera:
Un feo barquichuelo de aún más feo nombre -Enriqueta R.- me llevó a Almería. Mi hermana Pepita, la más querida de todas, me esperaba en el muelle con su marido, un joven abogado (al que estaría reservada una muerte terrible en los primeros días de nuestra guerra). Allí estuve con ellos, matrimonio reciente, aún sin hijos, un par de meses. Almería me gustó. Era como una avanzada de África.
Mantiene correspondencia, durante el mes de abril de 1926, con Juan Guerrero Ruiz en Murcia, «cónsul general de la poesía», según Juan Ramón Jiménez, o «secretario celestial de la poesía española», nombrará Alberti. [Véase Rafael Alberti, por Pedro Guerrero Ruiz, Aguaclara, Alicante, 2002]. Con este se sincera:
Muy pronto me iré de Almería. Pocas ganas tengo de verme en Madrid. La mar está más buena que nunca. Me baño todos los días. Y escribo mis canciones sobre la arena. Vendedoras playeras y pescadores son mis amigos. ¡Qué lástima dejar esto!
Foto: Velero en San José © Oscar Molina
Dedica poemas al «Castillito de San Telmo», que alberga el faro, situado a la salida de Almería hacia Aguadulce, a los niños, a la Virgen del Mar, patrona de Almería y, sobre todo, al mar, al torrero y los marineros en un estilo que él llama Playeras. Esta denominación es una deformación de Plañideras, (no tiene nada que ver con la playa), una variante de las seguidillas propias del cante jondo, canciones tradicionales y populares de llanto (planto/plañir/llorar), en este caso por los arrojados y valientes hombres de la mar.
Llora, marinera,
tu mejor llorar.
-Barca mía carbonera,
siempre ennegreciendo el mar.
Que completa al final del poemario con este lamento:
(53) Despedida
¡Quién pensara, quién dijera
lo que tú!
¡Tan harta ya de morir,
en la mar, de marinera!
¡Quién de las mares partiera
y al campo fuera a vivir!
Lo que tú, ¡quién lo dijera…
sin partir!
O este otro de regocijo, deseo y amor:
Esta noche a Cartagena,
si hace luna, con mi amor.
Luna de la playa,
luna de la arena,
luna de las mares llena,
esta noche, por ti, mi vapor,
esta noche, por ti, a Cartagena.
Concluimos este viaje reproduciendo el poema «La Virgen del Mar», incluido en El verde alhelí, por sus alusiones al Cabo de Gata y la costa de levante «por allá!».
¡Chiquillos los de Agua-dulce!
¡Playerillas, un cantar!
-¡De Levante, por allá!
viento de Cabo de Gata
trajo a la Virgen del mar
morena y de plata.
¡De Levante, por allá!
Viento la dejó en la arena,
viento que volvió a la mar
de plata y morena.
Por supuesto el poeta se encuentra bajo el estímulo y el entusiasmo de su «primo», Federico García Lorca, la música del maestro Falla, las lecturas del Cancionero musical de Barbieri y la lírica y música popular andaluza. Estamos antes de la etapa formalista clásica del grupo del 27 (gongorismo, Cal y canto), antes del empuje hacia el surrealismo durante el año 28 (Sobre los ángeles) y cinco años antes de El poeta en la calle durante la república (1931-1935).
Pero siempre tendrá en la memoria su famosa canción «Balada del que nunca fue a Granada» (Baladas y canciones del Paraná, 1954), homenaje y recuerdo a García Lorca, interpretada por Paco Ibáñez cuando, por fin, pudo cumplir su promesa «entraré en Granada», ya en tiempos de la democracia y Rafael Alberti, diputado por Cádiz en el Parlamento español, entró en Granada, coronada por la blancura de aquella nieve azul de la sierra que la protege. Era un frío día 24 de febrero de 1980, durante la campaña electoral a favor de la Autonomía de Andalucía.
Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque