Vida natural
El galimatías de los envases
La cierta preocupación por el medioambiente de muchos ciudadanos, y aquella medida de cobrar por las bolsas de plástico para lucro de supermercados y otros establecimientos, nos trajo cierto galimatías en eso de los tipos y materiales de las bolsas y otros envases y su posible bondad para el medio ambiente. Los hay de plástico de un solo uso, el de siempre, y el compostable, fabricado éste con diversos materiales; hay envases reutilizables como los de rafia, tela y otros materiales y, en mucha menor medida de lo que sería deseable, la tradicional cesta de nuestros abuelos, de vida cuasi indefinida y muchas como el mimbre, la caña y otros, de material orgánico perfectamente degradable y reintegrable en la naturaleza.
Foto: Envases para líquidos reutilizables casi eternamente © JMJH
Foto: Moderna bolsa de tela reutilizable © JMJH
¿Qué material elegir si nos importa el medio ambiente?
La verdad es que el mejor envase es el que no se utiliza, pero como eso no es tan fácil, hay que tener en cuenta el impacto de cada material, no solo en su eliminación sino también en su fabricación. También hay que tener en cuenta el peso, pues es más difícil que el viento se lleve una bolsa más pesada convirtiéndola en un desecho, pero un mayor peso aumenta también los impactos ambientales. Por eso, los expertos señalan que es importante, y no poco, valorar el uso que el ciudadano va a hacer de cada tipo de envase, comparar las funciones de cada uno. No es comparable una bolsa de un solo uso con una que siendo reutilizable se utiliza una sola vez. Para compensar el impacto ambiental de su producción y, por tanto, que sean menos dañinas para el medio ambiente tienen que ser realmente reutilizadas un cierto número de veces que dependerá de los materiales de que están hechas. Como eso no es tan fácil de saber para el consumidor, la solución es reutilizarlas cuantas más veces mejor. Así, por ejemplo, según un estudio de ONU, las bolsas de tela, si tenemos en cuenta la huella ambiental de cultivo de la planta del algodón, deben ser usadas de 50 a 150 veces para que realmente sean mejores para el clima.
Foto: Bolsas de papel que deben ser reutilizadas © JMJH
Foto: Bolsas de papel que deben ser reutilizadas © JMJH
Botellas
Desde que se recomienda eso de los preceptivos dos litros de agua diarios (un tema que habría que ver más despacio), es frecuente ver a la gente por la calle, paseando, haciendo deporte y en el trabajo con la clásica botellita de agua de plástico de un solo uso, algunos, preocupados por el medio ambiente, la reutilizan para ahorrar plástico. Reutilizar las botellas de plástico no es una buena idea, ya que contienen componentes químicos que pueden ser perjudiciales para la salud como el bisfenol A, además de que pueden aportar sabores al contenido o reaccionar con algunos componentes. No reutilizarlas es contribuir al desastre ecológico. La mejor opción sería la de toda la vida: las botellas de cristal reutilizables casi eternamente; sus inconvenientes, el peso y la fragilidad, así que la segunda opción puede ser las de acero inoxidable, que, incluso, conservan más tiempo la temperatura. La conclusión es que debemos erradicar los productos de usar y tirar, sean del material que sean.
Las tres R
En todo caso, hay que apostar por la sistemática de las tres R, pero no iguales. La primera, la más importante, en mayúscula y negrita es la de reducir: utilizar lo menos posible las bolsas y envases, sean del tipo que sean. Renunciar a comprar esos paquetes de productos ya envasados en plástico cuando ello no sea imprescindible por higiene o normativa y optar por los envoltorios de papel cuando sea imprescindible o por las bolsas reciclables, bien proporcionadas por los comercios o llevadas a ellos por el propio consumidor. La segunda R es la de reutilizar, aprovechar al máximo cada envase, incluso los de un solo uso, hasta que se encuentre inservible o al menos, como aconsejan los técnicos, un mínimo de 10 veces. Como hacían nuestras abuelas y madres, ir al mercado provisto de nuestros propios envases y, cuando éstos se deterioren sin remedio, recurrir a la tercera R, la de reciclar en el contenedor adecuado y de la forma más pertinente. Nunca echar mano de la T de tirar.
Juan Manuel Jérez