Viaje literario por el Parque

En esta ocasión nos acompaña Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, A Coruña, 1977). Escritora, periodista, galerista, poeta y presentadora de televisión. Toda su obra poética está escrita en lengua gallega, desde 1995 cuando publicó su primer libro.

Colaboró en el volumen colectivo Pérez Siquier. Al fin y al cabo con este poema que reproducimos a continuación, traducido por ella desde la lengua gallega, el idioma materno en el que suele escribir, al castellano. Después de Rosalía de Castro conocemos a partir de los ochenta a un nutrido grupo de mujeres poeta en lengua galega, entre las que se encuentra Yolanda Castaño. El encanto musical de este idioma peninsular y su vocabulario tan apegado a lo tradicional rural, marítimo, oceánico y lírico nos invita a la música de la gaita, el acordeón y la flauta pastoril. Al tiempo que se tratan temas como el erotismo que enfatizan la mirada femenina desinhibida y libre.
El poema, publicado en 2009, mantiene una privilegiada autoridad y vigencia diez años después. Lo reproducimos en castellano y traducido en nota final, aunque en la edición citada se publica justamente al revés. Hemos preferido seguir el mismo criterio de edición cuando publicamos un comentario a un poema escrito en catalán por Joan Margarit, que también se incluye en el volumen colectivo.

Roca contra el sol, maúllan las fronteras.

Quién con una mano retirada,
quién acaricia, quién aparta.

Fruta y vertical, rueda un desierto de brillos.
Quién una montaña rusa de silencios
tiene por vecinos colinas de sal,
un mar de plástico.

Deletréame en la espalda cada cala,
caracola de sonidos acorazados,
para hacer que ruede mi rescate
por esos acantilados de sol y risa.

Maúllan las fronteras y es más azul el invierno.

Quién esconde la trasparencia
tras las ventanas de Almería?

El cabo donde un mundo termina y también comienza.

(Traducción de la autora)

Foto: Calas de Poniente © Oscar Molina

Una vez más un sentido homenaje que celebra lo telúrico del Cabo de Gata: sol, roca, luz, desierto, mar que anuncian un recomenzar siempre. El lugar de frontera «maúlla», pide vida, llegan cuerpos por entre «acantilados de sol y risa», calas tatuadas permanecen incrustadas en la piel, colinas de sal silenciosas, un mar de plástico también lo conforman. Pero una pregunta retórica insistente recorre todo el poema: quién in absentia (mano retirada), quién in praesentia (mano que acaricia), quién aparta. Esta pregunta nos acompaña hasta el final: «Quién esconde la transparencia/ tras las ventanas de Almería?».

Si en un primer momento el tributo de la poeta parece dirigirse en destacar los valores naturales del Parque y del Cabo, por otro se apoya en una sutileza verbal para denunciar a los culpables de la mácula proyectada sobre estos mismos valores: las colinas de sal y el mar de plástico, ambas brillan blancas junto al cabo, pero esconden la transparencia.

El sonido de las caracolas dota de ambientación sensitiva al poema, pero más aún el maullido de las fronteras, ese lugar donde el golpear de las aguas contra las rocas, el intercambio de palabras en el mercado, la llegada de migrantes «maullando» de hambre encuentran la roca que los aloje y acoja, mientras las risas resuenan por las calas y playas.

Yolanda no duda en reconocer la felicidad que emana de estos lugares prodigiosos: acantilados, calas, caracola de sonidos, más azul el invierno que estallan en sol y risas. También medita sobre la posición privilegiada y geoestratégica: «El cabo donde un mundo termina y también comienza». Se trata de una metáfora sobre la esperanza cuyo símbolo pétreo es el Cabo de Gata. Visto desde el norte de África aquí comienza Europa, visto desde Europa aquí termina Europa. Por eso es un lugar de encuentro telúrico, fin y principio de algo distinto: la búsqueda de la transparencia. Los poetas gallegos José A. Valente y Miguel d´Ors han compuesto afortunados y acertados poemas a esta luz cegadora y a su transparencia, la material memoria y el diálogo secreto entre el mar y la luz sorprendidos desde las alturas de los acantilados. Sea como fuere la poeta apuesta por una comunión de vida y materia por estos rincones y calas hasta deletrearle en la espalda «caracola de sonidos acorazados».

La lectura del poema en el idioma originario en que se compuso permite observar la maestría del alejandrino (verso de 14 sílabas y dividido en dos hemistiquios de 7+7) en ese verso final que venimos comentando: O cabo onde un mundo remata e tamén comeza, precisamente la séptima sílaba coincide con el prefijo re- para conectar el verbo raíz /mata/ con el segundo hemistiquio que invita a la resurrección, a un nuevo comenzar.

Finalmente queremos destacar la disposición tipográfica del poema, porque se comprueba una simetría de versos aislados ( cuatro en total: uno de apertura, 2 en el centro del texto y uno de cierre), dípticos (dos) y otras estrofas centrales de 4 versos que responden a una estructura profunda de orden visual que favorece no sólo la comprensión global del sentido, sino que invita a otras posibles lecturas y permite extraer, como Rayuela de Cortázar, diferentes interpretaciones tras la atenta experiencia lectora.

Fronteira que miaña

Rocha contra o sol, miañan as fronteiras.

Quem cuha man afastada,
quem acariña, quem arreda.

Froita e vertical, roda un deserto de brillos.

Quem unha montaña rusa de silencios
ten por veciños outeiros de sal,
un mar de plástico.

Soltréame nas costas cada cala,
buguina de sons acorazados,
para facer que rode o meu rescate/ por eses cantís de sol e riso.

Miañan as fronteiras e é máis azul o inverno.

Quem agacha a trasparencia/ tras das ventás de Almería?

O cabo onde un mundo remata e tamén comeza.

Yolanda Castaño

 

Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque

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