Viaje literario por el Parque
José Navarro Ballesteros (1940), Carboneras (Almería) ha demostrado una sensibilidad artística y un empeño por el saber durante toda su vida. Desde las humildes ramblas del río Alías (lugar de nacimiento), pasando por la cosmópolis del arte (Barcelona), lugar de formación, de aprendizaje y plataforma, hasta el corazón de Europa, en concreto la ciudad belga de Lieja (lugar de creación).
Aunque su faceta de escritor se muestra principalmente en la narrativa, su vocación es de cantaor, más aún cantante de la copla española de Valderrama, Concha Piquer, Lola Flores, Manolo Escobar, Molina, Bambino, Antonio Machín. Su enseñanza es oral, compone de oído y su memoria es prodigiosa. Podemos decir que piensa en rimas, ritmos, melódicamente y una muestra de ello es el reciente libro publicado con el título Versos y coplas (Salamanca, Amarante, 2018). El libro se acompaña con un disco de su hijo, cantautor, José Navarro Marzo (Lieja, Bélgica, 1983) con el título De mí pa ti, con temas compuestos por su padre, interpretados con maestría por Marzo e incluidos en el volumen.
Lo valioso de esta edición se encuentra en los comentarios narrados por el propio autor que contextualizan el poema-copla e informan al lector sobre las circunstancias que dieron lugar a su composición; estas siempre corresponden a un individuo emigrante por paisajes desconocidos, pero convencido de un camino y un proyecto: la poesía y el cante, hacerse cantaor de coplas, amenizar las verbenas con sus canciones, aprender música, sin perder de vista sus orígenes, las raíces andaluzas y orientales: la bahía de Carboneras y las ramblas (con sus pedanías: Gafares, La Cueva del Pájaro, Argamasón, El Saltador, El Llano de don Antonio, la Islica) que desembocan al mar. Es verdad que las vivencias se refieren a los acontecimientos familiares relacionados con las pedanías, aldeas y localidades diseminadas por Níjar, Lucainena y Carboneras (el pueblo de arriba y el pueblo de abajo). La vida de la aparcería moldeó las primeras experiencias del niño y adolescente en una familia de trece hijos varones (su progenitor fue condecorado con el diploma de hidalgo de bragueta).
Foto: Carboneras © Juan Manuel Jérez Hernández
La formación artística en Barcelona ocurre mediados los 50, mientras sobrevive ejerciendo de representante de marcas y prendas de vestir, que le permite sobrellevar esta dura vida de joven emigrante. De estas experiencias saldrá el hombre Navarro afincado en Lieja tras haber recorrido las mejores salas de fiestas de los Países Bajos (Flandes) cantando canciones de éxito, difundiendo la copla española y contribuir, como Agente artístico reconocido y registrado, a la presencia y difusión de la cultura popular española junto a los productos de Guijuelo o el vino de Rioja o Ribera del Duero, la butifarra y el cava catalán, los quesos manchegos y las chacinas de Murcia. Todas estas vicisitudes están noveladas en El hijo del aparcero, El ruido del silencio, Las 500 putas, La mujer del otro, Los retos del destino (estas dos últimas inéditas) que dan testimonio de este extenso periodo de tiempo en el que destaca el personaje (alter ego) de Fabián Campuzano, todo un arquetipo aguerrido, noble, ducho en las lides del ingenio español que se abre camino a base de tesón y orgullo. Para la configuración y saga de este personaje podemos recordar la trayectoria de Guzmán de Alfarache fusionado con don Juan Tenorio.
Reproducimos a continuación la copla dedicada a la patria chica, Carboneras.
A mi pueblo
Que nombre tan negro tienes
Pueblo de mi corazón
Tan blanco como tú eres.
Desde el faro se divisan
Las flores de tus balcones
Los restos de tu molino
Y tu playa los cocones.
Tu castillos, tu glorieta
Tu parque andaluz, tu islica
Tu vieja torre del rayo
Tus barcos, tus marinicas.
De tu playa de los muertos
A la del Algarrobico
Se pasa por la del puerto
Y por la de los barquicos.
Tus fiestas de san Antonio
Se adornan de mil colores
Y sacan fueran del pueblo
A los moros invasores.
Algunos sabios dijeran
Al pasar por tus colinas
Que las aguas que te baña
Son las de la mar Divina.
Que quien te ve no te olvida
Quien se aleja te recuerda
Patria chica de mi vida
mi pueblo, mi Carboneras.
Foto: La Cueva del Pájaro © JG
Foto: Rambla del Río Alias © JG
Se trata de un poema-romance (forma propia de la copla andaluza o española), en versos octosílabos, que tributa un homenaje a Carboneras, “Mi pueblo”. Quienes conozcan la localidad identificarán los lugares nombrados con delectación por el poeta. Estos nombres se refuerzan con la reiteración apelativa y posesiva del pronombre en 2ª persona (ya sea personal o posesivo): Tú/Tu para enfatizar la importancia de la realidad evocada y de este modo queda reflejada ante un espejo (el poema) que el poeta sitúa frente a la singularidad del pueblo.
La primera estrofa -una tercerilla- representa el introito que invita a la reflexión mediante esa extrañeza expresa con una antítesis que destaca la inadecuación entre nombre y realidad: nombre negro (Carboneras)/ pueblo blanco. El resto, hasta la estrofa quinta, desarrollan en redondillas (estrofas de cuatro versos) consonantes en los pares -en ocasiones entrelazadas pares e impares- las virtudes que acompañan al color blanco de sus fachadas, a la luz que se derrama por los tejados, al batir de las olas en las orillas arenosas y por supuesto los lugares y edificios emblemáticos de la localidad: glorieta, castillo, molino, parque andaluz, la isla de San Andrés, las playas (los cocones, las marinicas, los barquicos), la torre vigía.
Las cinco estrofas recorren, cual una cámara cinematográfica en plano panorámica, las virtudes del entorno y la bahía, sus límites, desde el faro de Mesa Roldán hasta la Torre del Rayo; encarecen las virtudes de las playas (los Muertos, El Algarrobico) y las fiestas de San Antonio con sus festejos de moros y cristianos.
Foto: Carboneras © JMJH
Foto: Isla de San Andrés © JMJH
Las dos últimas estrofas recurren al argumento de cita de autoridad basada en la tradición: “Algunos sabios dijeran” lo más encomiable de su tierra, la Mar divina, sí, pero también “Que quien te ve no te olvida/ quien se aleja te recuerda./ Patria chica de mi vida/ Mi pueblo, mi Carboneras”, alcanzando la fusión entre pueblo y querencia, la comunión final entre el inicial Tú extraño, oscuro, a cambio de un entregado y arrobado Me/Mi (Yo) integrante y seducido por tanta majestuosidad, bellezas naturales, enclaves entrañables. De la apelación encomiástica inicial hemos alcanzado otro nivel emocional al final del poema, pues pueblo y poeta, Carboneras y hombre ya son una misma entidad sentimental, viva en la memoria, como decía Luis Cernuda, “Tierra nativa, más mía cuanto más lejana”, como canta Navarro: “Pueblo de mi corazón” en el segundo verso.
Valga este recuerdo para felicitar a José Navarro en su octogésimo aniversario al son de la guitarra y de la poesía, acompasado por su esposa, sus hijos y amistades con el suave terciopelo de la copla, mientras brilla la copa de vino en la mano y tintinean y titilan rojos los labios de una mujer, quien con mirada atenta escucha versos de la tierra entonados por la voz profunda y flamenca de Marzo.
Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque