La paradoja de los ledes:
menos energía, más contaminación lumínica

La luz LED reduce energía, pero aumenta la contaminación lumínica.

La sustitución de las clásicas lámparas de vapor de sodio por las de LED, para reducir el consumo energético en el alumbrado público, ha hecho que, al ser la iluminación más económica, se instalen más luces. La superficie iluminada artificialmente está aumentando con el consiguiente incremento del consumo.

Los ayuntamientos están renovando las farolas, en su mayoría de vapor de sodio, por luminarias de tecnología LED con la intención de ahorrar energía y mejorar la eficiencia de las lámparas, sin embargo, afirma la investigadora Lucía García de la Universidad Complutense de Madrid, el consumo ha aumentado1. La iluminación es tan económica que se está produciendo mucha más, por lo que no solo no se está ahorrando sino que, aumentando el consumo total, se genera más CO2 con el consiguiente impacto medioambiental.

Foto: No hacen falta tantos lúmenes en un ambiente natural. San José © JMJ

Foto: Farolas excesivamente altas en San José © JMJ

La reducción en el coste de la energía debería haber ido acompañada de una gran disminución en las emisiones de luz y, sin embargo, los científicos han detectado que no sólo la superficie iluminada artificialmente en nuestro planeta está aumentando, sino que las zonas iluminadas son cada vez más brillantes.

Se puede y se debe ahorrar energía y reducir la contaminación lumínica siempre y cuando el ahorro energético no se gaste en incorporar más fuentes de luz. En la fabricación y uso de las luminarias hay que analizar no solo la eficiencia sino también el impacto ambiental producido por la introducción de la luz artificial en el medio ambiente, perjudicial para la calidad del cielo, las personas y la biodiversidad.

Frente a las lámparas de sodio que emiten una luz de color anaranjado, la primera luz LED que salió al mercado era de color blanco, lo que permite reconocer mejor los colores y procurar una visión más natural. Sin embargo, la luz fría es más energética y por su elevado componente azul afecta a los organismos vivos, poniendo en peligro tanto la salud humana como la de ecosistemas completos. La luz del sol también tiene más componentes azules durante el día, que se tornan amarillentos al atardecer, como nuestro organismo ha evolucionado para responder a los ciclos de luz solar, lo primero que ocurre cuando nos exponemos a la luz azulada es que se alteran los ritmos circadianos, de cambios físicos, mentales y de comportamiento que experimenta el cuerpo en un ciclo de 24 horas y están controlados por un área pequeña en el medio del encéfalo, donde la glándula pineal produce la melatonina, una hormona que regula el ciclo sueño-vigilia y cuya producción se estimula con la oscuridad. Las lámparas de luz blanca fría, las pantallas de ordenador y las televisiones planas nos exponen a luz azul horas después de que se haya puesto el sol. Esta luz azul inhibe la producción de melatonina en el cerebro y se modifican los ritmos de sueño y vigilia, produciendo en el organismo una serie de efectos negativos. Algunos estudios han podido comprobar, además, que la luz azul daña la retina sin que sea necesaria una exposición excesiva.

Foto: Contaminación lumínica intrusiva en San José © JMJ

El mismo proceso se produce en los demás seres vivos, tanto vegetales como animales, alterando sus ciclos circadianos. El exceso de iluminación y la temperatura de la misma alteran la calidad del cielo, aspecto éste más importante en los parques naturales y perjudican la calidad de las observaciones astronómicas.

Foto: En los parques naturales hay que proteger la calidad del cielo. Faro de Cabo de Gata © JMJ

Posibles soluciones
Una solución sería bajar la potencia de las lámparas instaladas, adecuándola al uso; no hacen falta los mismos lúmenes en una rotonda, en donde ha de primar la seguridad vial, que en un ambiente natural, en donde los animales y las plantas se ven afectados por la falta de oscuridad. La luz artificial debe tener un objetivo que es iluminar, dirigir la luz sólo hacia los lugares que se necesita pues dirigirla en otras direcciones supone un derroche de energía. Se debe considerar también la altura iluminada, la luz por encima de los 2 m. es luz perdida. Esto comporta que la zona iluminada quede muy alta y que el suelo permanezca en la penumbra; la potencia eléctrica y por tanto el consumo son elevados y la dispersión de la luz es grande. Una iluminación respetuosa para la conservación de la biodiversidad es donde los puntos de luz estén bajos, que dirijan la luz hacia abajo y que fuera de su radio de acción esta iluminación no sea visible.

Foto: Iluminación en la plaza de Cabo de Gata © JMJ

Foto: Farolas excesivamente altas en San José © JMJ

Las farolas han de iluminar la carretera, la calle o la plaza y nunca dirigirse directamente hacia arriba, evitando iluminar el cielo, pues en los parques naturales hay que proteger también la calidad del cielo. Tampoco debe dirigirse hacia las viviendas en las que puede ocasionar contaminación lumínica intrusiva (Véase El Eco del Parque nº48 y nº56) 2. Cualquier iluminación que alcance más allá de lo que se necesita es, además de una malversación de recursos, un atentado a la biodiversidad, incluyendo en ella al ser humano3.

Foto: En los parques naturales hay que proteger la calidad del cielo. Salinas de Cabo de Gata © JMJ

Otra forma de paliar el problema es reducir el tiempo de uso. No sólo disminuyendo las horas con sensores de luminosidad en vez de con temporizadores, sino dotando las calles menos transitadas de sensores de presencia.

La luz debe ser ligeramente cálida o anaranjada, que crea un espacio tranquilo y acogedor, salvo, en los lugares donde se produzcan observaciones astronómicas, donde hay que atenerse a la Ley de Protección de la Calidad Astronómica de los Observatorios de Astrofísica. No sería mala idea adoptar en las poblaciones de nuestro Parque las directrices de esta ley para promocionar el turismo astronómico como parte del turismo sostenible, del que tanto se habla, y contribuir a crear el ambiente propicio al descanso, salud y bienestar de propios y visitantes.

Asociación Amigos del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar

NOTAS
1. www.elagoradiario.com/desarrollo-sostenible/paradoja-leds-contaminacion-luminica/?fbclid=IwAR0fo35CLe0KdYOcXx4JkJbJzDJEilcUsE23SfKbXknGSxp2OWQpprEXQc4
2. www.cabodegata.net/eseco56g.html y www.cabodegata.net/esecocseil.html
3. www.cabodegata.net/eseco011x.html

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